Estaremos firmes en la trinchera

Ciudad de México /

Cuando el adversario toma una ruta equivocada a veces lo sensato es no distraerlo.

Por eso, cuando se conocieron las iniciativas para someter al Poder Judicial ante los caprichos y abusos del Ejecutivo, así como desaparecer diversos organismos constitucionales autónomos (con la advertencia de que nada ni nadie las detendría) sugerí a los opositores que no legitimaran con su presencia la indecente pantomima de “foros de consulta” que llevaría a cabo el oficialismo.

Son de tal magnitud las aberraciones y perversidades contenidas en tales iniciativas que por sí solas han desatado tremendo escándalo y firme oposición en el ámbito nacional e internacional. La intentona oficialista es un enorme sapo atorado en el gaznate de quien sólo la muerte lo librará de su enfermiza ambición de poder. El pestilente bocado que lo atraganta lo vomitará a su sucesora y ella no será capaz de engullirlo.

Como la oposición en México está desarticulada, Tartufo se mofa de ella; y ha tenido la estúpida arrogancia de enfrentarse, con arcaico y patriotero pseudonacionalismo, a instituciones y organismos internacionales y a los intereses económicos de Canadá y EE.UU.

Si todo eso fuera sólo la tumba de los funestos cuatroteros merecería celebrarse con una suntuosa fiesta nacional, pero México va directo a una una ingobernabilidad en la que todos perderemos, principalmente los más pobres.

De consumarse esa perversidad, olvidémonos de la necesaria inversión de capitales, del crecimiento económico, de la creación de empleos, de la satisfacción de las necesidades más apremiantes de la población y de la confianza de los demás países.

Para mayor desgracia, el arribo de la primera mujer a la presidencia de la república (que debiera causar enorme júbilo en toda la población, al margen de banderas partidistas) es detestable, porque esa mujer ha sido hasta hoy la caja de resonancia de quien dice que se irá, pero la tiene absolutamente apergollada; porque él la puso donde está y le impuso una turbia agenda que ella se ha obligado a cumplir; porque él mantiene el poder y conduce a su secta como rebaño. En las dictaduras el poder no se comparte, y Tartufo pasó el bastón a su corcholata pero sin entregarle el mando.

Después de la elección de Estado, la mafia logró con trampas la “mayoría calificada” en el Congreso y seguirá ciegamente instrucciones (teniendo por lealtad lo que es solamente abyección) pero se topará con la nada despreciable resistencia de quienes no estamos dispuestos a vivir de rodillas; y no soportará el embate del exterior. Bastará al Imperio, por ejemplo, imponernos restricciones comerciales o impedir por algún tiempo el envío de remesas y paralizará la economía nacional y generará el caos.

Venga lo que viniere los hombres y mujeres de bien estaremos firmes en la trinchera.


  • Diego Fernández de Cevallos
  • Abogado y político mexicano, miembro del Partido Acción Nacional, se ha desempeñado como diputado federal, senador de la República y candidato a la Presidencia de México en 1994. / Escribe todos los lunes su columna Sin rodeos
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