En la reciente y costosísima pachanga cuatrotera en la Plaza de la Constitución divinizaron a Tartufo y a la presidentA (con A) quien demostró que sigue en campaña, cumpliendo con el ritual de mentir, perseguir a los disidentes y alardear, mientras su pudrición los carcome.
Se atrevió a decir sin pizca de vergüenza que: “Se acabó la era de los lujos del poder; se gobierna con austeridad, con ética y con honestidad, por eso no aceptamos la corrupción y desde aquí seguimos luchando con la ley en la mano contra la impunidad. Nada bueno puede surgir de quienes han hecho de la corrupción su modo de vida. Nos calumnian porque saben de nuestra honestidad. Hay que decirlo con claridad: en estos días se ha demostrado que por más campañas sucias en las redes sociales, por más compra de bots y robots, por más alianzas con grupos de interés de México y el extranjero, por más consultores de comunicación que contraten para inventar calumnias y mentiras difundidas en algunos medios, por más intentos de hacer creer al mundo que México no es un país libre y democrático, por más comentócratas o supuestos expertos que inventen historias de ficción, por más alianzas que quieran tejer con el conservadurismo nacional y extranjero, por más que hagan todo eso (concluyó gritona y pendenciera) no vencerán al pueblooo de Méxicooo ni a su presidentaaa”.
Las seis afirmaciones iniciales del referido discurso son simplemente odas al cinismo. En efecto: los lujos del poder son del dominio público y aumentan escandalosamente, igual que el derroche en obras estúpidas; la ética y la honestidad sólo adornan sus discursos; la corrupción los define y la impunidad los sustenta.
Por encima de tales embustes, lo que más lacera la vida nacional es el contenido de la parrafada final. En ella se evidencia que la pintita continúa en campaña con la proditoria encomienda de dividir y confrontar a los mexicanos.
En su enfermizo cerebro “los grupos de interés de México”, los “consultores de comunicación”, los “comentócratas”, los “supuestos expertos”, el “conservadurismo nacional”, “algunos medios” y los que no reptan a sus pies no son parte del “pueblo” ni podrán vencerlos. Peor aún, son considerados “buitres carroñeros” ¡Y todavía comete la indecencia de proclamarse “¡presidentA de todos los mexicanos!” ¡Vaya cinismo!
Considerando las formidables tareas por acometer, los mexicanos que rechazamos el yugo de la ignominia debemos luchar, con pasión y nobleza, por la unidad nacional.
Si nos reímos del miedo, levantamos la voz y nos unimos en pro de un México venturoso, en el 2027 hallaremos un crayón, una papeleta y una urna electoral para rescatar municipios, estados y diputaciones locales y federales. No esperemos al día en que (como en Venezuela y otros países) los sátrapas se apuntalen con bayonetas.