Está muy arraigado en el ADN del mexicano dudar ante las evidencias y conceder a los gobernantes recién llegados “el beneficio de la duda”, pensando que sus primeros desvíos tal vez serán pasajeros. Eso explica la indolencia y el conformismo ciudadano.
Nos hallamos sometidos a la brutalidad criminal, con gobernantes ineptos y corruptos, y empecinados en imponernos una dictadura, pero populares; al tiempo en que la Presidente, desde su Mañanera del Pueblo (de seguro “Para el Bienestar”) dice que vivimos una floreciente transformación nacional que sólo requiere un “segundo piso”, y pide que la llamemos Presidenta con A. Como el sufijo ENTE denota el ejercicio de una acción, sin considerar el género de su titular, yo la llamo Presidente (con E), aunque la deformación propuesta por ella viene de lejos, según la RAE. No quiero llegar al atrevimiento de sugerir que el epitafio de Tartufo diga: “Llegastes, odiastes, destruistes y te fuistes”.
No nos engañemos, las cartas están abiertas y sobre la mesa: el obradorato seguirá destruyendo instituciones republicanas y sembrando cizaña. La Presidente tripula un vehículo con el volante fijo para recorrer la ruta que se le impuso, y ella sólo podrá aderezar las fechorías trazadas, saturándonos con su feminismo ramplón. Que una mujer llegó a la cúspide del poder político es un hecho glorioso (desgraciadamente surgió de una elección de Estado) pero su arribo no la hace feminista. Los hechos dirán si realmente le importan las mujeres diariamente ultrajadas.
La ruta que le trazó su progenitor es clara: seguir en campaña los 6 años, aumentar el número de “mascotas” como leva electoral y ganar la presidencia en el 2030. Con el Legislativo y el Judicial colonizados no les da valor a la pluralidad y al diálogo. Por eso sigue diciendo que ellos son los únicos capaces de dar dinero a los pobres, y remata: “imagínense si hubieran ganado los otros”. No razona ni argumenta, pero pontifica y descalifica (porque no es pelele de nadie). Hay quienes sueñan que recibirán la dulzura, el amor y la empatía atribuidas a las mujeres ¡como si todas tuvieran esas prendas! pero las evidencias demuestran que México padecerá más de lo mismo, pero con moño. Embauca a inocentas ofreciéndoles el oro y el moro, pero no hará rectificación alguna, porque piensa igual que su progenitor y por estar rodeada de cuatroteros cuidadosamente ubicados para recordarle en todo momento que no ha muerto el Huei Tlatoani, y que él seguirá siendo, hasta su defunción, el líder, el pastor y el señor del poder y la gloria.
México no será libre ni próspero sin instituciones fuertes y ciudadanos de verdad, y lo prioritario es exigir que los apoyos a los menesterosos los entregue directamente un ente gubernamental, para que ya no existan “mascotas” ni leva electoral.