Veinte kilómetros separan al Estadio Guadalajara de fosas clandestinas en Zapopan. Uno más, uno menos. Más de 400 bolsas con restos humanos han sido sacadas de la tierra en Arroyo Hondo, Nextipac y Las Agujas este año. Pero una regla y un calendario pretenden ser las herramientas de las autoridades para transformar el terror en tranquilidad.
El problema para el alcalde de Zapopan, Juan José Frangie, no es precisamente el hallazgo de estos sitios de inhumación ilegal, sino la narrativa.
La cercanía (o no, según la percepción personal) de las fosas con el recinto que espera a miles de aficionados para cuatro partidos mundialistas ha sido el enfoque en redes y medios internacionales. Y eso es lo que ha encendido las alarmas en las oficinas gubernamentales.
Porque Jalisco podrá ser primer lugar en desapariciones, territorio dominado por el crimen organizado, un estado del que no dejan de salir cuerpos de la tierra y policías infiltrados por delincuentes, pero nunca un mal anfitrión. Y para eso, está Frangie, designado como responsable del Mundial en Jalisco. Es su responsabilidad quitar esa mancha que nomás no sale, a pesar de que la tallan y tratan de blanquear con comunicados y estadísticas a modo.
El presidente municipal anunció una reunión con Jurgen Mainka, director ejecutivo de la Oficina de la FIFA en México, para aclarar que las fosas ni están tan cerca, ni son tan recientes, así que no pasa nada.
Un intento para reducir la crisis de desapariciones y muertos en Jalisco, una ofensa para quienes durante años han tenido que cargar picos y palas para encontrar a todos los que faltan, y ahora ven cómo las autoridades tratan de poner bajo la alfombra a los casi 15 mil ausentes y cientos de víctimas para limpiar al estado ante el mundo.
Y mientras las autoridades se preocupan por el discurso y el turismo, los activistas y las familias de desaparecidos seguirán saliendo a predios desolados a buscar a todos los que faltan, escuchando los gritos de la afición a la distancia y las maravillas del Mundial.