El olvido de las trabajadoras del hogar

  • Caleidoscopio
  • Edith Álvarez

tampico /

En estos días las palabras “trabajadora del hogar” o “empleada doméstica” fueron muy sonadas, todo por una publicación que se hizo viral: la esposa del jugador de futbol, Andrés Guardado, compartió unas fotografías donde salen ella, sus hijos y una mujer a quien le llama Ushi. Las imágenes causaron miles de comentarios y opiniones divididas, pero, para qué hacer polémica donde no la hay.

Según lo dicho por la esposa del jugador, Ushi es la niñera desde hace muchos años y los acompaña a sus viajes. Y si ese es su trabajo, ¿dónde está lo malo que ella vaya al Mundial o a cualquier lugar donde la familia necesita su labor? Es su trabajo, recibe un salario y se le ve feliz, no es solo una empleada, la incluyen en la familia.

Malo fuera que Luciana Ramírez, tuviera que pagar de su bolsa el viaje, el hospedaje o que no recibiera pago por cuidar a los niños del futbolista.

Un trabajo que sea honrado no tiene nada de malo y no tiene porque ser criticado. Lo que pasa es que la sociedad ha puesto etiquetas y se ha encargado de menospreciar la labor de las trabajadoras del hogar, de las niñeras o cuidadoras, tanto en el trato como en el pago que les dan.

Las actividades que realizan las trabajadoras del hogar, niñeras o cuidadoras, aunque también hay hombres que se dedican a eso, son de suma importancia y hacen la vida más fácil a quien por diversas causas no puede hacerse cargo de la casa, los hijos, los adultos mayores o toda persona que requiera cuidados.

Lo justo es que recibieran un buen pago y, aunque es algo que no tendría porque pedirse o decirse, que sean respetadas.

Si bien desde hace algunos años los patrones ya puedan dar seguridad social a las trabajadoras del hogar, seguramente son pocos los casos donde se cumple con esta prestación y tuvieron que pasar muchos años para que contaran con ella, así que cuántas mujeres, y hombres también, trabajaron por años y al momento de retirarse no gozaron de alguna pensión.

Vemos casos en Estados Unidos, Canadá o en países de Europa donde mujeres y hombres que se dedican a estas actividades pero ganan más que un profesionista en México, así que las etiquetas, las críticas, los malos tratos y la poca paga la generamos aquí, entre mexicanos.

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