Que resulta que ayer en el Congreso se armó el relajo. Las muchachas y muchachos del PAN y Morena, hechos unos valientes, le movieron a la glosa de los funcionarios de Pablo Lemus. Ya no habrá esas sesiones de traspatio donde todo el gabinete desfila como en boda. Ahora la cosa será más íntima: se van al pleno a debatir como elocuentes parlamentarios. La idea era modernizar un formato que ya parecía salido del archivo histórico, pero uno se pregunta si cayeron en cuenta: ¡se acaban de meter un balazo en el pie! Porque ahora los diputados tendrán que sentarse, escuchar y, quién lo diría, ¡trabajar! en el Congreso. A ver si aguantan el trote cuando les toque enfrentar al pleno y sus preguntitas “incómodas”, pero sobre todo atender y entender para ponerse a legislar. Ya en serio: no hay bola de cristal, pero al rato hasta extrañarán el viejo y querido desfile.
Que ya que le movieron al formato, la oposición (PAN-Morena) se sintió con la batería completa y hasta le quiso poner música de Pérez Prado con letra de Agustín Lara: ¡que el gobernador también comparezca como parte de la glosa del informe! Pero no contentos con eso, querían que escuchara el “posicionamiento político” de cada partido... un discursómetro en toda regla. Ahí fue donde Movimiento Ciudadano y sus aliados, desactivaron la bomba con todo y su mecha. Les bajaron los humos y mandaron esa idea al congelador.
Que ya encarrerados vendiendo su alianza como el “prospero bloque”, los panistas de Claudia Munguía y morenistas de Miguel de la Rosa se echaron el cierre. Jugaron con el mensajillo de “juntos somos más fuertes” y se repartieron a modo la Mesa Directiva del Congreso y todas las posiciones clave desde donde se llevan las riendas de las sesiones. Sin embargo, era parte del acuerdo de inicio de Legislatura. Eso sí, la jugada es clara: con mayoría simple en la Junta de Coordinación Política y la Mesa bajo su control ellos marcan la agenda de lo que se discute y lo que no. Es buen momento para hacer ver poderosa esa alianza que antes nadie se creía. Pero lo que sí hay que reconocer es que los emecistas se durmieron como camarones en este reparto... ¡no metieron a ninguno de los suyos! Se quedaron viendo cómo les pasaba el tren de los cargos... y eso que les encanta dar color.