Que es muy probable que no se tengan recursos federales para contar con un drenaje pluvial para Torreón ante el escaso nivel anual de lluvias que se tiene. Cuando nos llueve, nos llueve en serio y sacamos a relucir las deficiencias de nuestro drenaje a secas, sin pluvial de por medio. Medio Torreón se inunda, pero la sequía en la Federación esa sí es muy real. El legislador panista Marcelo Torres Cofiño ha sugerido a las autoridades municipales que aprovechen la presencia de torreonenses en el Congreso de la Unión para bajar los recursos de Agua Saludable y conseguir, al menos, lo que se requiere para la infraestructura hidráulica y de drenaje, que ya tiene más de 70 años de vida. En algunos sectores la tubería de asbesto es un hermoso recuerdo y en su lugar hay cavernas muy riesgosas, hasta el suelo lo resiente. Pero las palabras no siembran en los oídos oficiales cuando menos un acuse de recibido. Sí hay sordera oficial.
Que en La Laguna de Durango, parece que la seguridad se mide como los concursos de belleza: según quién esté en el jurado y qué tan buena sea la iluminación. El director del Consejo Cívico de las Instituciones (CCI), Marco Zamarripa, soltó la pedrada —con guante blanco, claro— al decir que urge incorporar otros criterios de medición y formatos de denuncia anónima que realmente retraten la realidad.
Y es que, aunque en los números oficiales “todo marcha bien” (o al menos, no tan mal como podría), en las calles hay rumores, denuncias y chismes de pasillo sobre extorsiones y cobros de piso que no se ven reflejados en las estadísticas. Es decir, la cifra negra sigue más oscura que café de olla olvidado en la estufa.
Zamarripa propone mesas de trabajo con los afectados y líneas de denuncia más seguras y anónimas. Porque, seamos honestos, aquí la confianza hacia la autoridad a veces dura lo que un hielo en la banqueta de agosto. En pocas palabras: las estadísticas pueden decir que estamos en el paraíso, pero si la gente tiene miedo de contestar el teléfono o abrir la puerta, es momento de cambiar la receta.
Que la senadora morenista por Coahuila, Cecilia Guadiana Mandujano, salió al ruedo político no para dar un discurso encendido, sino para defender su gusto por la moda fina. Y es que, tras circular en redes unas fotos donde luce zapatos y relojes que harían suspirar a cualquier aparador de lujo, las críticas no se hicieron esperar.
Con tono firme, la legisladora aseguró que sus bienes no tienen nada que ver con su trabajo ni implican uso indebido de recursos públicos. O sea, que si el Rolex marca la hora de la sesión y los Louboutin pisan el recinto, es mera coincidencia.
La moraleja: la austeridad republicana, al parecer, sí permite lujos… siempre que combinen con la corbata o el bolso del día.
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