Que más se tardó Claudia Sheinbaum en quitar la “pausa” a la relación del gobierno mexicano con el embajador de Estados Unidos que decidió el presidente anterior, que Ken Salazar en abrir fuego, poniendo en entredicho la estrategia de “abrazos, no balazos” contra el crimen organizado y balconeando que AMLO rechazó una oferta de apoyo por 32 millones de dólares del Tío Sam para ese fin. Menos aún tardaron los senadores mexicanos en rasgarse las vestiduras y envolverse en la bandera en defensa de la patria, mientras que la SRE hacía un extrañamiento, todo con Sinaloa incendiándose de fondo.
Que como MILENIO adelantó desde hace una semana, en el INE ya se acordó formalmente acudir a la Suprema Corte, que preside Norma Piña, para que atraiga las más de 280 suspensiones judiciales que vienen arrastrando y les impiden avanzar en la elección de juzgadores e, incluso, poder salir a defender su presupuesto. Nada más que el Consejo General del organismo que encabeza Guadalupe Taddei se enteró ayer de que la Dirección Jurídica todavía no lo ha presentado. Ah, bueno, no hay prisa.
Que la presidenta Claudia Sheinbaum planea mudarse a Palacio Nacional antes de que termine este año para iniciar 2025 en ese nuevo hogar con su esposo, Jesús María Tarriba, y de esa forma ahorrar tiempo frente a los traslados que hace todos los días del sur al centro de Ciudad de México, pues aún vive en el departamento de la colonia Toriello Guerra, en Tlalpan.
Que aunque ayer fue elegida para ser tres años presidenta del Instituto de Transparencia, Acceso a la Información Pública, Protección de Datos Personales y Rendición de Cuentas de Ciudad de México, la primera mujer en ese cargo en 18 años del organismo, Laura Lizette Enríquez, se enfrentará a la reforma que desaparecerá a los institutos del ramo en todo el país, por lo que, de aprobarse en sus términos la próxima semana, esa gestión se reduciría a tres meses, periodo para que los Congresos locales definan cómo reorganizarse en la materia.