Que el gobierno mexicano, mediante la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, exhibió decencia y congruencia política con mensajes de condolencias en redes sociales a la muerte de Mario Vargas Llosa, un histórico crítico del PRI, después de las izquierdas agremiadas a PRD y Morena, y al final enemistado con AMLO, quien no pocas veces usó la conferencia mañanera para lanzar dardos al Nobel de Literatura, muerto ayer en Perú. Buen detalle, porque se privilegió la civilidad y el reconocimiento a un grande de las letras.
Que la vicecoordinadora de Morena en la Cámara de Diputados, Gabriela Jiménez, inició las Jornadas de Reflexión por la Transformación, que tendrán lugar todos los miércoles para “enriquecer el trabajo legislativo, fortalecer la unidad interna y mantener una estrecha sintonía con Claudia Sheinbaum”, mientras que bajita la mano la cúpula de su bancada alista una oportunidad para sustituirla por Selene Ávila, como “premio” por haber fijado en tribuna la posición guinda para desechar la solicitud de desafuero contra Cuauhtémoc Blanco y justificar en medios la cuestionada defensa al ex futbolista. Vaya cosa.
Que los tres integrantes de la Comisión de Quejas y Denuncias del INE mantienen la convicción de que se respeten las reglas de la elección judicial y ya levantaron las primeras tarjetas rojas por violencia política de género, debido a funcionarios que usan sus cargos para promover a amigas candidatas y, ayer, por los arranques de campaña de las ministras Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz. Eso sí, se oyen a lo lejos los pasos del Tribunal, que en una de esas vuelve a aplicar la reversa y hace como que aquí nadie vio.
Que, por cierto, quienes no van a descansar esta Semana Santa serán el INE y el Tribunal Electoral, que siguen teniendo decenas de asuntos por resolver sobre la elección judicial, empezando por uno fundamental: que queden claras las reglas de campaña, para que el proceso deje de seguir en una especie de simulacro. A ver.