No estoy muy seguro si la sociedad ha asumido el papel de involucrar en todas las actividades cotidianas y de manera legítima a seres humanos por igual, sin distinguir clases sociales, condiciones físicas ni género entre los más importantes puesto que las oportunidades no son a simple vista las mismas para hombres y mujeres, ricos o pobres o discapacitados y quienes no lo son.
A decir de los propios organismos promotores de la mujer y su valía en sociedad el panorama ha venido cambiando en los más recientes años, sin embargo y al margen de esta defensa hay todavía reclamos desde el propio género despreciado históricamente que hablan de inequidad.
Los argumentos de casi siempre giran entorno a la invariable comparación con los hombres, sin tomar en cuenta mejor las habilidades y virtudes que las mujeres tienen, pues por más igualdad que pretendan solo llegará a una semejanza, nunca iguales.
Es cierto que han habido avances interesantes respecto a las posibilidades para la mujer, aunque los esfuerzos no están justamente enfocados a la integración, más bien a generar oportunidades para que la mujer se autoemplee, debido a que no terminan por insertarse en el sector productivo y no por no desearlo, simplemente las puertas para muchas de ellas siguen cerradas.
En el ámbito político los logros han sido impuestos gracias a la equidad de género promovida por ley gracias a la que hoy por hoy los cargos de responsabilidad ciudadana y social están divididos, aunque todavía hay una inclinación en favor de los hombres.
Hay casos penosos de mujeres que por el simple hecho de serlo son víctimas de desprecio laboral y todavía más infame que por una discapacidad física les son impuestas restricciones para lograr ocuparse, menospreciando capacidad de liderazgo, inteligencia y tenacidad, por citar sólo algunas ventajas de contratarlas.
Entiendo que hay un cambio social y que hoy en día se respeta más a la mujer que en otras épocas pero cada 08 de Marzo nos recuerda que el esfuerzo sigue quedándose corto.
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Hasta la próxima.