Sin aviso de por medio y de un día para otro, las tarifas de las autopistas que hay en Estado de México y que comunican con otras entidades y con la capital del país se incrementaron impactando de inmediato en la economía de los usuarios y los consumidores.
Este incremento al peaje se traducirá en un aumento en los precios de algunos productos de la canasta básica y también en las tarifas del transporte público de pasajeros.
Es entendible que en algún momento se den los ajustes las tarifas de las autopistas de cuota, lo que no se acepta y es lo que se cuestiona por parte de los usuarios, son las condiciones en las que se encuentran muchas de las carreteras.
Además, el servicio que otorgan es pésimo, porque en afán de ahorrarse un salario, los concesionarios de las autopistas tienen un solo operador de cobro para los dos carriles, y esto se constata en la autopista Toluca-Zitácuaro y su ramal a Valle de Bravo, e igualmente en la autopista a Atlacomulco y en la Ixtapan de la Sal.
Aumentan las tarifas del peaje pero no mejoran el servicio que prestan, y además hay autopistas en las que se están haciendo reparaciones y antes que acortar los tiempos de traslado de las personas, resulta lo mismo que si viajaran por las vías libres.
Así como las autoridades de Capufe autorizaron este incremento en las tarifas de peaje, de igual forma deben exigir que los concesionarios tengan en buenas condiciones las carreteras de manera eficiente, porque hay casos como la de Toluca-Zitácuaro que llevan más de un año reparando en algunos tramos y eso provoca que haya tráfico y a la vez imposibilite una circulación fluida.
Obviamente, como lo es en todos los incrementos de tarifas, precios, servicios impuestos, los que pagan las consecuencias son los usuarios, y es justo que se les exija a estos concesionarios calidad en el servicio.
Ya veremos si Capufe exige eficiencia en la operación de las autopistas y si estas cumplen con los usuarios, de lo contrario... otra vez a tragar camote.