El debate sobre los libros de texto gratuitos estaba en la agenda nacional desde hace varios meses, pero arreció esta semana que inició la transportación de los libros a todo el país, al grado que hay ya sentencias judiciales vía juicios de amparo que ordenaron frenar la impresión de los ejemplares.
En estados como Guanajuato el gobernador en turno anunció que no se distribuirán en esa entidad los nuevos textos.
En el Estado de México, el gobernador Alfredo Del Mazo, no ha hecho un pronunciamiento al respecto, pero no se opondrá a su distribución en las escuelas y menos a la entrega a los niños de educación básica y media básica.
La razón por la cual el mandatario no harán una expresión en contra en medio de este debate es muy sencilla, el ciclo escolar inicia el 28 de agosto próximo, Alfredo Del Mazo inaugurará las clases como cada inicio de curso y será su último acto de esta naturaleza, pues 18 días después estará cediendo el mando del poder Ejecutivo a Delfina Gómez.
El mandatario no tiene necesidad de entrar a este debate, está por concluir su gestión, llevó una relación cordial durante los cinco años que coincidió con López Obrador en la presidencia, sin confrontación; no hay necesidad de hacerlo ahora que ya se va.
Además, ese debate no lo están impulsando académicos, ni pedagogos ni investigadores, lo están llevando a la agenda dirigentes partidistas y empresarios, en ambos casos con claros intereses sobre el tema, que no es la educación, sino el político y el económico.
En el Estado de México, hasta el momento no se han hecho expresiones de rechazo, más allá de las que reproducen algunos dirigentes de asociaciones civiles o bien de militantes de partidos políticos opositores y de miembros de organizaciones empresariales.
Pero más allá del debate y de lo que se plantee en el territorio mexiquense sobre los libros de texto, cabría preguntarse: ¿Cuántos de esos críticos de los libros de texto realmente los han leído y conocen a detalle sus contenidos? La respuesta es muy sencilla, muy pocos y de esos pocos casi ninguna ha leído más allá de un libro completo.
Ese es el punto que se sube a la agenda nacional un tema que puede generar beneficios políticos, pues hay que llevarlo hasta las últimas consecuencias para obtener ese beneficio.
La discusión a favor o en contra de los libros de texto, se da por así convenir a los intereses políticos y económicos, y ha hecho a un lado los verdaderos problemas que tienen los niños, principalmente los más necesitados.
Sí, aquellos que van a escuela sin un bocado en la boca, o bien aquellos que en lugar de asistir a la escuela se suman a las actividades laborales informales de los padres para obtener más dinero.
Esos son los verdaderos problemas que se deben de atender. Sí revisar los contenidos de los textos, pero atender a los receptores de la educación, los niños que necesitan ir bien nutridos a la escuela para aprender y ser mejores.
¿o no?