Cursaba el octavo semestre de la Licenciatura en Economía a finales de los 80, principios de los 90. En la materia de Economía Matemática que impartía Jesús Salgado Vega, analizamos la situación financiera del ISSEyM en ese entonces. El resultado del ejercicio matemático a partir de las aportaciones de los burócratas y de los organismos autónomos y los municipios auguraba larga vida a la institución con números negros.
En ese años se calculó un crecimiento de la burocracia en organismos públicos y autónomos, así como de los municipios de un 4 a 5 por ciento anual. Lo que representaba para las arcas de la institución un incremento por las aportaciones que debería recibir por concepto de nuevos derechohabientes directos.
De acuerdo con lo estimado en ese ejercicio matemático y con la información oficial de ese momento sobre las percepciones que captaba el instituto en ese tiempo había la capacidad para atender las demandas de servicios médicos y de recreación de los derechohabientes y de pago de las pensiones.
Por lo tanto el Issemym contaría con finanzas sanas aún si el crecimiento de sus derechohabientes directos superara el 5 por ciento y se fuera al 8%. Por los niveles de recaudación.
Lo que no se advirtió en ese ejercicio matemático fue que el ISSEMyM no se vio como institución de seguridad social sino como caja chica de la administración central y a la vez como fuente de financiamiento a los municipios y organizaciones autónomas que empezaron a mostrar morosidad en el pago de las cuotas retenidas a los trabajadores públicos.
Esa morosidad en el pago, se convirtió después en suspensión de pagos tanto de la administración central como de organismos autónomos y municipios, lo que obligó a la institución a empezar a endeudarse y a contraer compromisos financieros de los que no tiene necesidad.
Ahora su realidad financiera es grave, pero por la falta de responsabilidad del sector central, organismos autónomos y municipios que no están al corriente de los pagos de las portaciones de los derechohabientes.
A los trabajadores si les descuentan la seguridad social. Pero el patrón no traslada las aportaciones a la tesorería del issemym y entonces se vuelve una bola de nieve el problema.
La quiebra del ISSEMyM no es por causas atribuibles a la institución. Sino la falta de compromiso de pago por parte quienes se encargan de descontar la seguridad social a los trabajadores públicos.
Basta saber desde cuando no pagan muchos municipios, llevan años e incluso décadas en algunos casos.
Si el ISSEMyM no hubiese sido caja chica del gobierno y fondo de financiamiento de los municipios no habría necesidad de lo que se hizo en detrimento de los trabajadores.
Y mientras no se le pague continuará el riesgo latente de una severa crisis aún con todo y la nueva reforma.
La realidad financiera del ISSEMyM
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Eduardo Garduño Campa
Ciudad de México /
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