Ayer el gobernador de Hidalgo, Omar Fayad Meneses, recordó la situación que se vive en Tula y en dicha región del estado, donde históricamente se ha padecido por los altos niveles de contaminación en aire, agua y tierra.
El mandatario sostuvo una reunión de trabajo con representantes de la sociedad y el presidente municipal, Manuel Hernández Badillo, para tratar el rescate de la región luego del desbordamiento del río los pasados 6 y 7 de septiembre. Los resultados aunque no han sido dados a conocer, serán revelados en la próxima visita que tienen programada el presidente Andrés Manuel López Obrador al estado.
Fayad reiteró que hay una “infierno ecológico” y sí, solo hay que mirar para dicha parte del país para darse cuenta de que en un solo perímetro territorial hay descarga de aguas negras del Valle de México, operación de una refinería que quema combustibles las 24 horas del día, una planta termoeléctrica que hace lo propio con la combustión y plantas cementeras, entre otras industrias de químicos.
El gobernador Fayad indicó que Tula e Hidalgo cumplen con “una misión histórica con el país”, ya que comparten el agua de los mantos freáticos para abastecer a la Ciudad de México, al Edomex e incluso a Querétaro; “proveemos agua limpia para la zona metropolitana del Valle de México y recibimos sus aguas residuales”, dijo ayer el gobernador.
La situación debe ser comparada a los desastres que han ocurrido en otras partes del planeta, ya que si se sigue minimizando lo que ocurre en Tula y lo que pasó con la inundación de aguas negras en las viviendas de la población, y un hospital del IMSS, no podrá medirse la dimensión del problema y seguirá repitiéndose por mucho tiempo más.
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