Se acabó la civilidad en la política

Hidalgo /

La discusión política nacional está sin duda alguna en el Senado. Es el sitio que hoy ha tomado el lugar de las más grandes posturas entre representantes de los partidos y de los proyectos de nación. Ahí es en donde sí se aparece la verdadera oposición y en donde se muestra con todo su poder la mayoría legislativa.

La pelea de Adán Augusto López, coordinador parlamentario de Morena, con los senadores del PAN, Enrique Vargas y Mario Vázquez Robles, fue quizá el momento más álgido de la presente Legislatura, que ciertamente está pasando a la historia con tan pocos meses de haber iniciado, no solo por este tipo de desencuentros, sino por la cantidad de reformas constitucionales y enmiendas.

La máxima tribuna legislativa, la Cámara Alta, el parlamento senatorial, está vuelto un hervidero de pasiones políticas, en donde todas y todos los integrantes de grupos partidistas participan, alzan la voz, buscan incidir en las decisiones, donde no hay margen de error tampoco y en donde se están tomando las decisiones más importantes del país.

Resulta ser, como lo piensan los politólogos, una excelente válvula de escape, una gran pantalla para captar la atención, y aligerarle la carga a Palacio Nacional, en donde la Presidenta Claudia Sheinbaum se ha puesto en una posición de mandataria ejecutiva, donde no hay espacio para la politiquería o las discusiones. Para eso están todas y todos los soldados políticos que tiene Morena y aliados en las cámaras federales y estatales.

Aunque, en los estados, la cosa es mucho más calmada. No como ayer atestiguamos en el Senado donde por poco se van a los golpes.

Tampoco abona el clima de violencia entre pares legislativos a la discusión nacional, aunque los ánimos estén en plena efervescencia. Vean como terminaron en Chiapas los diputados locales Ismael Brito Mazariegos de Morena, y el ex diputado local y federal del PVEM, Eduardo Zenteno.

Las notas nacionales dan cuenta del lamentable espectáculo que dieron en el sur del país y que pareció contagiar a los senadores. México requiere de mucha cordura en estos tiempos trémulos.


  • Eduardo González
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