En el imaginario colectivo, el poder de los jueces no descansa solo en la ley, sino también en un halo de sacralidad que todavía en nuestro tiempo, consciente o inconscientemente, envuelve la práctica de impartición de justicia.
En el ciudadano común, ese simbolismo imaginario que estructura la personalidad del juez, proveniente en gran medida del Antiguo Testamento, ha caído en el descrédito; pero, salvo excepciones, éste sigue brillando intensamente en el imaginario colectivo de los jueces.
Lo que más brilla en dicho imaginario es la idea de que los jueces, por ser poseedores de La gracia divina, sus interpretaciones y decisiones están al margen de cualquier sospecha, porque sobre ellos nada influye más que la ley.
He ahí, por señalar un ejemplo, el fundamento metajurídico de los jueces de Distrito que otorgaron suspensiones provisionales a sus pares, la jueza Perla Fabiola Estrada y, entre otros, Ignacio Pérez Aguirre.
Pues bien, en esta primera parte sobre La gracia de los jueces quisiera llamar la atención sobre la polémica en las ciencias sociales sobre si las verdades y calidad de una institución se conocen mejor en situaciones de normal funcionamiento, o en situaciones excepcionales de crisis.
A esta pregunta, el sociólogo del derecho Boaventura de Sousa Santos responde diciendo que “tal vez ambos tipos de situaciones sean inductores de conocimiento, pero sin duda nos permiten conocer o revelan cosas diferentes”.
Sin duda, primero la crisis de la pandemia del coronavirus nos permitió ver en el PJF cosas que en situaciones de normalidad no se percibían, entre las cuales destaca el hecho de que La gracia de los jueces sirvió para fundamentar la casi paralización de la impartición de justicia, no obstante que ésta fue decretada como urgente y de primera necesidad.
Y ahora en esta nueva crisis de la justicia generada por la confrontación entre Poderes de la Unión, en la que en el fuego cruzado hay de ambos lados verdades a medias y erradas apreciaciones, de nuevo observamos que el poder de los jueces no tiene límites, siguen fundando sus decisiones en el principio metajurídico conocido como La gracia de los jueces.