Monterrey, ciudad colapsada

Monterrey /

Por falta del instinto de planeación de los gobernadores que hemos tenido durante los últimos 135 años; pero también, (1) por no saber lo que es en esencia la ciudad; y (2) por la falta de sentido social y de participación ciudadana de la mayoría de sus habitantes para defender “el derecho a la ciudad”, Monterrey es hoy una metrópoli colapsada.

Aclaro desde el principio: la ciudad no son solo las fábricas, los centros comerciales y de negocios, las calles y avenidas, los caseríos, los grandes edificios y suburbios… 

La esencia de la ciudad es la gente. De manera particular la gente que llega a adquirir el carácter de ciudadano y actúa como tal; es decir, de manera informada, libre y responsable. De ahí que sin ciudadanos no hay ciudades. Ahora bien, por lo que enseguida expondré, al parecer los gobernantes no saben cuál es la esencia de la ciudad, ya que no han gobernado para la gente, sino para proteger intereses económicos de una élite.        

En efecto, desde el arranque del primer periodo de desarrollo industrial y urbano de esta ciudad, entre los años 1889 y 1910, ninguno de los gobernadores que tuvo Nuevo León, desde Lázaro Garza Ayala (1887-1889) a José María Mier (1909-1911), se imaginaron que Monterrey llegaría a ser una gran metrópoli y una de las primeras ciudades industriales del país, por lo que nada hicieron para planificar armónicamente con la naturaleza el futuro crecimiento de la ciudad. 

Durante las subsiguientes etapas de desarrollo industrial y urbano de Monterrey, entre 1911 y 2015, periodo de 104 años durante el cual Nuevo León tuvo 66 gobernadores, ya no era necesario imaginar nada de esto: el imperio industrial y el crecimiento desordenado de la ciudad (alrededor de las fábricas) se hizo patente desde finales del siglo XIX: la Cervecería Cuauhtémoc se fundó en 1890; la Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey en 1900; Cemex en 1906. 

Posteriormente, entre los años 1940 y 1982 se observa un vertiginoso desarrollo industrial: Ternium Hylsa se funda en 1942, Celulosa y Derivados en 1945, empresas sumamente contaminantes. Pero fue lo mismo, los gobernantes de ese entonces tampoco nada hicieron para planificar el desarrollo industrial y urbano, y prever la falta de agua y el grado alto de contaminación de hoy.  

Los polos de desarrollo económico para detener el crecimiento de la ciudad fueron prometidos por varios gobernadores, uno de ellos fue Jorge Treviño; pero nada se hizo. En apoyo a esta misma idea, Fernando Canales Clariond prometió un tren ligero de Monterrey a Linares; pero quedó en promesas de campaña. 

Nada se hizo tampoco para evitar el exceso de contaminación ambiental, que igual que el coronavirus mata a miles de personas. Con una diferencian, en el caso de las muertes originadas por la contaminación ambiental no hay estadísticas; al parecer ni al gobierno, ni a quienes más contaminan les importan estas muertes.

Por último, la gota que derramó el vaso de agua fue el gobierno de Jaime Eleodoro Rodríguez Calderón. Vio el problema de la crisis del agua y el de la contaminación ambiental que hoy padecemos; pero no hizo absolutamente nada. Y lo que es peor, sin importarle la falta de agua, le valió madre atropellar la voluntad de la población que se oponía a que construyera un estadio de futbol justo sobre un manantial al pie del Cerro de la Silla, solo para congraciarse con el poder económico que lo empujó para que ganara la gubernatura.

Efrén Vázquez Esquivel

  • Efrén Vázquez Esquivel
  • efren23@hotmail.com
  • El autor es director científico de la Academia Mexicana de Metodología Jurídica y Enseñanza del Derecho, AC.
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