Los funcionarios se hacen de la vista gorda ante las masacres, desapariciones forzadas, violencia. Tratan de ocultar, con estrategias diversas, la realidad. Sucedió en sexenios anteriores. Sucede en el actual.
Calderón sacó a los militares de sus cuarteles y luego negó una guerra. Ahí estaba, comandando “la seguridad”, el hombre que hace unos meses, en EU, fue encontrado culpable por apoyar a los Beltrán Leyva, al Mayo y al Chapo.
En México no pasó nada; impunidad total hasta el día de hoy.
Peña Nieto “apretó” en contra del “ejecutómetro” para que no se llevara registro alguno de víctimas. Mandó a más soldados a “enfrentar” a la delincuencia organizada. Hasta violó la Constitución con la creación de un comisionado que, según esto, regresaría la paz a Michoacán.
Está por concluir la administración de López Obrador. Y la suya ha sido una de “abrazos” a grupos criminales, dicharachos, frases pegajosas, autodefiniciones de transformación, bully, mañaneras de insultos, clasificación de opositores y su denostación (todos los que lo critican), protección a sus aliados impresentables (Gertz, Scherer, Yasmín, Cuitláhuac, Loretta, Garduño, Bartlett, Ovalle, etcétera), manipulación y violación a la ley.
Según se escucha ahora desde Palacio, todo va mejorando. Que porque los homicidios van a la baja (claro, comparaciones de números que se quedaron hasta arriba en el conteo, siendo ya el sexenio con más personas asesinadas).
Lo he escrito una y otra vez: el horror por las desapariciones aumentó en este gobierno (de acuerdo con las propias cifras oficiales). Es una crisis humanitaria sin precedente. Fosas y más fosas. Madres buscadoras luchando contra corriente. Zonas enteras dominadas por cárteles.
Entonces, ¿va descendiendo la contabilidad de homicidios porque no encuentran sus restos?
Aquí entre nos
López Obrador insistió en que los potentados, empresarios y periodistas deben decir en dónde viven.
Presidente, por favor, acaban de matar a Nelson Matus, fundador de Lo Real de Guerrero. En 2019 ya había sido balaceado y huía de las amenazas. Van siete reporteros en lo que va del año. Siete en siete meses.
Y a finales del año pasado uno de los periodistas más vistos y escuchados, cuyos espacios tienen cobertura nacional, sufrió un atentado en Ciudad de México.
Por cierto, llegando a su domicilio.