Don Miguel Pérez Santiz se arrodilla frente al féretro de su hijo. Inclina la cabeza sobre sus manos entrelazadas. Llora y reza. Duele.
Se escuchan cánticos: “Señor, ten piedad de nosotros”. Se acercan niños. Despiden a su párroco y guía. Rodean el ataúd. Levantan la cabeza. Se persignan mientras limpian sus lágrimas.
A su corta edad, experimentan la tragedia del país de los grandes cárteles y los grupos impunes del crimen organizado.
“Marcelo vive, la lucha sigue, sigue”, sentencian los presentes. “¡No tenemos miedo!”, gritan mujeres.
Conmociona el homicidio del sacerdote tsotsil, originario de San Andrés Larráinzar, Marcelo Pérez.
Periodistas cercanos lo describen como un incansable defensor de derechos humanos. Organismos nacionales e internacionales exigen justicia.
El domingo 20 de octubre, después de oficiar misa en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, dos sicarios en motocicleta le dispararon.
Un ser humano más asesinado en México. Mismo modus operandi. Mismo discurso oficial. Mismo resultado.
Claudia Sheinbaum le dedica unos minutos en su mañanera. “Por supuesto, lamentamos este hecho y no podemos especular, necesitamos que se hagan las investigaciones”, indica.
En redes circula una de las últimas imágenes del religioso durante una manifestación: “El pueblo se está levantando. La iglesia se está levantando… desgraciadamente, el gobierno no solamente no hace nada, sino que niega sistemáticamente la existencia de la violencia. Y cada vez hay más muertos, hay desplazados, hay secuestros…”, comenta.
También responde sobre el mensaje que enviaría a los siguientes ejecutivos, federal y local, Sheinbaum y Eduardo Ramírez: “Primero, rezamos por ellos… nosotros vamos a seguir movilizándonos. Nosotros seguimos arriesgando nuestras vidas. Pero le pedimos a Dios que ellos hagan su trabajo. Que ellos, de verdad, tomen en serio defender la vida del pueblo. Que no los sometan a la esclavitud, bajo el yugo de la violencia”.
Hoy se lleva a cabo la misa de sepelio del padre Marcelo.
Aquí entre nos
La FGR informó que el ex rector Melesio Cuén fue asesinado en el lugar donde retuvieron a Ismael El Mayo Zambada el día de su captura, tal como lo narró en una carta el propio líder del narco.
Es decir, de acuerdo con la investigación oficial, el gobernador Rocha Moya y la fiscalía de Sinaloa mintieron.