En españa, los tiempos electorales se distinguen del resto porque se desentierra a alguien del Valle de los Caídos. Es verdad que el Gobierno domina la propaganda tanto como Yolanda Díaz sus apariciones para acoholitos.
En la campaña de otoño-invierno de 2019 se hizo lo propio con Francisco Franco. Y aquello fue lo más solemne que se ha hecho en España en mucho tiempo. Hasta parece que las maldiciones que la guapísima Merry Martínez-Bordiú echó al Gobierno surtieron efecto porque 2020 fue un año desastroso.
Ayer supimos que Patrimonio ha pedido una licencia para iniciar la exhumación de los 60 cadáveres enterrados en Cuelgamuros que reclaman las familias, para lo que se gastarán 665.000 euros, unos 11.083 euros por persona.
De los 33.800 muertos que hay enterrados en el Valle de los Caídos, solo se han reclamado 60. Lo que demuestra el poco interés que suscitan los muertos de hace al menos 85 años, pese a que todos, como rezan las sentencias, tenemos derecho a enterrar a los nuestros donde queramos. (Y también a saber dónde están.)
La naturaleza ha seguido su curso, los gusanos no entienden de política
ABC ha hablado con Eduardo Ranz, el abogado de un buen número de estas familias, que parece no están del todo satisfechas con el anuncio del Gobierno, realizado en plena precampaña de Madrid: «Nos gustaría un poco más de respeto cuando se habla de recuperar a nuestros familiares para devolverlos a sus lugares». Y es de suponer que con respeto se refiere a desligar la exhumación de cualquier propaganda electoral.
Los que saben del Valle de los Caídos dicen que solo 24,000 de los enterrados (de los dos bandos) están identificados. Y de esos, la mayoría sepultados en las criptas, están en un estado que dificultará que los familiares tengan la seguridad de que, en efecto, les entregan los restos de sus abuelos. Los ataúdes se han descompuesto, los huesos se han fusionados unos con otros. La naturaleza ha seguido su curso. Los gusanos no entienden de política. O quizás entienden demasiado porque la carroña abunda en el hemiciclo.
Es cuestión delicada la de los muertos del Valle de los Caídos. También para el PP, que ha abandonado cualquier disputa del relato. Por otro lado, también sabemos el poco rédito electoral que tuvo para Pedro Sánchez la salida del Valle de los Caídos de Franco. Ni se comió a Podemos ni atrajo a ese centro desencantado por las veleidades de Rivera. Al final, los vivos se descomponen tanto como los muertos.
Emilia Landaluce