Una pésima racha para la música

  • Clásicos instantáneos
  • Enrique Blanc

Guadalajara /

Hace unas semanas publiqué en Clásicos Instantáneos una columna titulada Cuarentena de luto en la que recontaba los decesos de cinco figuras de la música, algunos de ellos víctimas de la pandemia que ha marcado a este 2020 como un año fatídico. Entonces recordé a Little Richard, a Florian Schnaider de Kraftwerk, a nuestro querido y cercano Óscar Chávez, al percusionista Tony Allen y al músico country estadounidense John Prine. Lo triste de todo es que la mala racha se extiende mucho más allá, incluso fuera del dominio del covid-19. Busco con esta columna sortear el dolor y la tristeza del deceso de algunos otros nombres destacados en la música global, a favor de recordarlos y honrar su legado.

Mucho de esta profundización en el tema parte de la reciente noticia del fallecimiento de Eddie Van Halen, quien hace que volvamos a pensar en la terrible temporada que hemos cruzado en días recientes. Van Halen, uno de esos guitarristas cuyo sonido queda para la posteridad; su muerte, a los 65 años de edad, es el fin de una complicada lucha contra el cáncer.

Héroe y portento de la percusión, Neil Peart fue uno de los bateristas más admirados en el rock tras situarse detrás del trío Rush y grabar álbumes que hoy son referentes en ese cruce de caminos entre el hard rock y el progresivo. En 1974 pasó a ser parte de la célebre banda canadiense. Peart protagonizó una de la primeras muertes impactantes del año, al fallecer en enero 7, a los 67 años de edad, luego de otra campal contra el cáncer.

Entre 1975 y 1979, Ivan Kral vivió su etapa más importante como bajista, siendo parte de la alineación que más se recuerda detrás de Patti Smith. Si bien el músico nacido en Praga, aunque residente de los Estados Unidos por una gran parte de su vida, se quedó desempleado tras la primera disolución de la banda que le dio fama, más tarde retomaría el rumbo para dedicarse tanto a la música como al cine. Trabajó con Iggy Pop y Blondie. Es autor de varias de las canciones más emblemáticas del Patti Smith Group como “Dancing Barefoot” y “Pissing In A River”. Falleció en febrero, también víctima del cáncer.

Andrew Weatherall fue pieza clave para obtener el sonido de este estupendo álbum llamado Screamadelica de Primal Scream, que nos hizo entender que el rock y la electrónica no tenían porque tener disputas. Dinámico en su acercamiento a la música y otras artes, el inglés fungió en vida como productor, compositor, músico, DJ, remezclador, así como escritor. Contribuyó al inventario musical de grupos como Happy Mondays, New Order y My Bloody Valentine, Beth Orton y Björk, entre otros.

Quizás era difícil distinguirlo en ese grupo numeroso de cantantes sudafricanos que colaborara con Paul Simon en el estupendo álbum, Graceland, es decir Ladysmith Black Mambazo, pero Joseph Shabala fue uno de sus fundadores. Falleció en Pretoria.

Otro africano también fallecido —se cree que de coronavirus— fue el korista maliense Mory Kante, uno de los más virtuosos instrumentistas de esa peculiar arpa africana. Murió en Guinea el pasado 22 de mayo, a los 70 años.

Mexicano de nacimiento, Jorge Santana hizo una carrera mucho más discreta que su hermano Carlos. No obstante, tuvo momentos destacados y discos que consiguieron darle notoriedad, sobre todo en la segunda mitad de los años 70. Nativo de Autlán, Jalisco, el también guitarrista emigró a Estados Unidos y formó parte del reconocido grupo Malo, para más tarde trabajar como solista. Falleció de causa natural, en San Rafael, California, el pasado 14 de mayo, a los 68 años.

Otros músicos que se han ido en este año son Justin Townes Earle, a los 38 años de edad, aparentemente por sobredosis de sustancias. También están Trini López, Adam Schlesinger de Fountains of Waye, Manu Dibango, Ellis Marsalis —padre de Wynton y Branford—, y Matthew Seligman de The Soft Boys, todos estos últimos por coronavirus.

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