La virtual presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum se reunió con los gobernadores de Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila, San Luis Potosí, Zacatecas y Aguascalientes. Temas hubo muchos: infraestructura carretera, turismo, salud, campo, pero la preocupación se centra en el agua.
En un contexto de crisis hídrica que ha afectado por igual a Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila, la doctora Sheinbaum propuso la formación de un grupo interinstitucional para abordar el problema. El abastecimiento hídrico para el noreste mexicano, otrora llamado Monterrey VI, que pretendía llevar agua del río Pánuco, podría revivir.
Esta iniciativa recuerda el antiguo y controvertido proyecto cancelado en la administración de Jaime Rodríguez y resalta la necesidad urgente de una solución integral y sostenible.
El acueducto desde el Pánuco ha sido uno de los proyectos más debatidos en la última década. Su objetivo principal es el suplir las crecientes demandas de agua de Monterrey y su Zona Metropolitana, una región que históricamente ha enfrentado problemas significativos de escasez. Aunque el proyecto se diseñó para resolver estas carencias, fue en más de una ocasión objeto de numerosas críticas. Los opositores, que incluyeron entidades como Greenpeace México, la Cámara Nacional de Comercio y en su momento por el Consejo Cívico de Nuevo León, todos señalaron preocupaciones sobre su costo, diseño y el proceso de licitación, aunado al impacto ambiental.
La reunión de la presidenta Sheinbaum con los mandatarios norestenses dejó de manifiesto la necesidad de llevar a cabo un proyecto que lleve agua a los habitantes.
El impacto ambiental de este proyecto ha generado serias preocupaciones, especialmente en lo que respecta a la alteración de ecosistemas y la posible afectación de comunidades locales. Sin embargo, el proyecto hídrico para el noreste mexicano no es simplemente una cuestión de costos y controversias; debe leerse como una respuesta a una necesidad crítica.
No es nueva la propuesta de utilizar el agua del río Pánuco como una solución potencialmente viable. La Comisión Nacional del Agua (Conagua) ya había identificado la cuenca del río Pánuco como una fuente prometedora de agua, otorgando a Nuevo León el derecho de extraer hasta 15 mil litros por segundo. Esta asignación de agua, proveniente de una de las cuencas más grandes del país, podría ayudar a aliviar la presión sobre las fuentes locales y ofrecer un suministro más estable a largo plazo, aun sin necesidad de milagros meteorológicos como el que tuvimos este año con la tormenta Alberto.
El ducto del Pánuco no solo deberá garantizar el abastecimiento para Monterrey, sino que también beneficiaría a otras regiones del noreste, como Tamaulipas y Coahuila. La propuesta de Sheinbaum de crear un grupo interdisciplinario y de alcance interestatal para gestionar este recurso refleja una comprensión profunda de la interconexión de los problemas hídricos en la región.
El pasado histórico del proyecto Monterrey VI no debe nublar la evaluación de su necesidad actual. Aunque la obra ha sido criticada por su costo y su impacto ambiental, la urgencia de abordar la escasez de agua no puede ser ignorada. La planificación y ejecución de un nuevo proyecto, como el ducto del Pánuco, debe basarse en un análisis riguroso y transparente. Para la presidenta electa, la necesidad de hacer eficientes los distritos de riego refleja una comprensión profunda de los desafíos que enfrenta la región. La evaporación de grandes cantidades de agua en estos distritos requiere atención inmediata. La eficiencia en el uso del agua no solo es una cuestión de infraestructura, sino también de concientización y adaptación a nuevas tecnologías y prácticas sostenibles.
Con la formación de este grupo de trabajo se da un paso en la dirección correcta para garantizar un futuro sostenible y equitativo en la gestión del agua. El futuro hídrico de Monterrey depende de ello, y la sociedad espera una solución que no solo aborde la crisis inmediata, sino que también sienta las bases para una gestión sostenible del recurso más vital.