El día viernes de la próxima semana será inaugurada la vigésima novena edición de la Feria Nacional del Libro de León, y desde su denominación, lleva consigo una serie de contradicciones que han perdurado a lo largo del tiempo desde su edición inicial.
En primer término, los libros que exhibirán las diversas editoriales y libreros participantes no fueron editados e impresos en esta ciudad, la única circunstancia que se da, es que solamente serán promovidos para su venta en León y no existe un sentido de pertenencia como señala el título de la Feria.
El principal propósito de los promotores de la citada Feria, es mantener e incrementar el hábito de la lectura en la población. Lo cual es contradictorio con la finalidad de los editores y libreros expositores, que es el de venderlos e incrementar sus ventas en relación con años anteriores y sucedáneamente, motivar por medio de la promoción de los contenidos literarios, su lectura.
Como un incentivo para logar hacer una comunidad de lectores, su promoción no sólo se debe ceñir a una actividad anual, existen infinidad de recursos disponibles para hacerlo: fomentar en cada aula escolar una pequeña biblioteca con obras básicas para su empleo. Colocar en los cafés y librerías, áreas de lectura para el público asistente, sin ningún costo para el mismo. Al exterior existen bardas donde se pueden inscribir algunas frases o textos breves tomados de las obras de la literatura universal para motivar a los videntes, buscar las obras de donde fueron tomadas.
Ignoro, y en otras ocasiones he insistido en lo mismo, si existirán en el local de la Feria, mesas de intercambio de libros: Un lector deja un libro en la mesa y otro se lo lleva, con la condición de depositar otro ya leído.
No obstante a que los editores ya se encuentran empleando los medios digitales para la promoción de sus publicaciones, siempre resulta el ciberespacio, una afrenta para el libro impreso, mismo que no dejará de ser importante por su fácil manejo para el lector, que va desde su apreciación física: sus olores, las texturas del papel y las formas de la tipografía, y la de volver a su lectura sin más trámite, en todo momento.