Ciudades del futuro

  • Punto de Inflexión
  • Enrique Martínez y Morales

Laguna /

Siglos de crecimiento descontrolado en México, así como la falta de un estado de derecho sólido, han dejado como consecuencia ciudades disfuncionales, con enormes retos en cuanto a vivienda adecuada y urbanización sostenible se refiere.

En todo el país la constante es similar: desarrollos habitacionales mal ubicados, desintegrados de las ciudades. 

Vivienda a precios tan elevados y con mecanismos de acceso tan limitados que complican su asequibilidad. 

Hay una deficiencia en la calidad de los servicios básicos en la vivienda, y la seguridad y sanidad se encuentran permanentemente comprometidas, además que las opciones de movilidad son limitadas y el transporte no siempre brinda soluciones eficientes.

ONU-Hábitat y el Gobierno del Estado de Coahuila trabajan conjuntamente en el diseño y la implementación de una estrategia de “vivienda adecuada y urbanización sostenible” compuesta por 10 metas, 25 indicadores y 50 acciones puntuales para cambiar la dinámica urbana y dar paso a las ciudades del futuro.

Las ciudades ya no deben crecer hacia fuera, sino hacia dentro y hacia arriba. 

El marco normativo se debe adecuar para garantizar mejores condiciones en la vivienda en cuanto a materiales y servicios, que aquellos sean térmicos y durables, y estos de calidad y eficientes, priorizando la generación y uso de energías verdes; así como para eliminar los obstáculos que dificultan el arrendamiento de la vivienda y guiar los mecanismos de autoconstrucción.

Tienen que hacerse eficientes los organismos operadores de agua, todas las tomas con micromedición y nadie contaminando el aire por encima de la norma. 

El agua debe ahorrarse en las viviendas y captarse para autoconsumo.

Que los sistemas de transporte y movilidad tengan como el centro a las personas y existan más calles completas; que se quintupliquen las áreas verdes; que se rescaten los centros históricos; que los municipios cuenten con autonomía presupuestal modernizando sus catastros; que no exista ninguna vivienda abandonada; que la ciudad sea próspera conteniendo la marginación; y que la ciudadanía participe activamente en el proceso.

Sí es posible cambiar la fisionomía de nuestras ciudades, convertirlas en “ciudades del futuro”, pero se requiere del esfuerzo de conjunto todos. Hagámoslo por nuestros hijos.

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