Frente a la autocracia, el retorno a lo local

Jalisco /

La transición a la democracia mexicana fue especialmente un movimiento político de lo local a lo federal. La oposición al régimen de partido único comenzó a cuajar victorias electorales en municipios, ciudades y estados antes de hacerse con el control de las instituciones federales. Fueron ocho años entre la victoria de Ernesto Ruffo en Baja California y la pérdida de la mayoría del PRI en la Cámara de Diputados. Todo esto antecedió al ascenso de Vicente Fox como el primer presidente de la alternancia. Para llegar ahí México tuvo que pasar por el 68, la reforma electoral de 1977, las crisis económicas recurrentes y el auge de la sociedad civil como actor político (recordemos a la Guadalajara de las explosiones de 1992).

La muerte del régimen de la transición ha venido en sentido contrario. Del centro a los estados. Morena y sus aliados se hicieron primero del poder federal (Presidencia y mayoría en las cámaras en 2018) para desde ahí comenzar a registrar victorias en prácticamente todas las entidades federativas, exceptuando El Bajío y una parte del corredor Noreste. Hoy, con el control de la Presidencia, las mayorías calificadas en ambas cámaras -recordando al famoso: haiga sido como haiga sido- y el control sobre el Poder Judicial podemos decir que el régimen democrático de la transición ha muerto. El pluralismo ha sido reemplazado por una visión del país y los contrapesos institucionales han o están en proceso de desaparecer. El México de hoy se parece más al México previo a la reforma de 1977 que al país que surgió de los cambios de la transición en los noventa.

La pregunta es, en este escenario, ¿qué espacios de contrapeso político quedan? ¿Desde dónde se puede construir una alternativa a un régimen autocrático?

La respuesta está en el retorno a lo local. Decía Immanuel Wallerstein, el gran sociólogo conocido por la Teoría del Sistema Mundo, que mientras lo internacional significaba “la realidad” (macroeconomía, guerras, instituciones globales, tratados comerciales) y lo nacional representaba la ideología (instituciones, símbolos, educación pública), en lo local se depositaba la experiencia (el día a día de la gente). No es casual que muchas transiciones a la democracia hayan nacido de la fuerza de la experiencia local, de movilizaciones por derechos y libertades. Los habitantes de la polis -los ciudadanos- tienden a ser quienes exigen ser libres y la libertad sólo puede ser garantizada en democracia.

El régimen apuesta por la centralización brutal. Andrés Manuel López Obrador ha sido el ejemplo más vivo del anti-federalismo. Arribó a Palacio Nacional hablando de descentralización, pero muy pronto nos encontramos con un país en donde los grandes recursos los gestiona la Federación, los proyectos estratégicos son del Gobierno Federal, los programas sociales sólo los entrega el Gobierno Federal, la nueva escuela mexicana se hace con una visión centralista, el sistema de salud se centraliza -aunque algunos estados resistieron. Hoy se habla incluso de una nacionalización del predial. Tras la aprobación de la Reforma Judicial y con el control oficialista a nivel federal, la defensa del federalismo y el municipalismo es fundamental para plantar cara a la autocracia.

Jalisco puede ser un ejemplo de la lucha contra el centralismo. En nuestro Estado, Morena no es primera fuerza política. No gobernará ni el estado ni la mayoría de los municipios relevantes. Más de dos terceras partes de la población tendrá como su gobierno más cercano a Movimiento Ciudadano o Acción Nacional o al PRI. Y el Congreso, a diferencia de lo que sucede a nivel nacional, está fragmentado y obliga acuerdos. Ni Morena y aliados se pueden salir con la suya e imponer agenda en Jalisco, pero tampoco Movimiento Ciudadano puede gobernar con 11 de 38 diputados. Es un espacio para la política. No para la política de las carpetas de investigación o las amenazas, sino la construcción de acuerdos para un Jalisco que sí tenga un Poder Judicial independiente, una agenda de seguridad y desaparecidos que dé resultados o proyectos de movilidad fincados en los consensos. Jalisco puede ser un ejemplo de cómo se le puede dar la vuelta al autoritarismo desde lo local.

Para ello, las autoridades estatales y municipales deben ser valientes. No me refiero Kamikazes. Entiendo que la política requiere mano izquierda y diálogo. Sin embargo, es fundamental defender que no se puede hacer nada en materia de seguridad si no fortalecemos a las policías locales, que la militarización no es la vía; que no podemos combatir el notable crecimiento del costo de la vivienda sin incluir a los municipios; que el “nearshoring” no será una gran oportunidad de futuro sin los estados; que no se pueden atraer inversiones a los estados si no hay certidumbre jurídica y un sistema de justicia independiente;  que no se puede construir una visión integral del país sin tomar en cuenta las realidades locales; que no es posible mejorar la percepción de inseguridad si no tenemos mejores servicios públicos (luz, banquetas, parques); que los problemas hídricos no se pueden resolver desde una oficina en la Ciudad de México.

El México democrático por el que llegó López Obrador a gobernar se construyó desde lo local. Luego de años de centralización que tienen su origen antes de López Obrador y que éste profundizó, los municipios y los estados han quedado como entidades muy debilitadas. Así las quiso Obrador. Fue doblando a los gobernadores por las buenas y por las malas. Así consiguió que muchos entregaran la plaza. Jalisco puede resistir si la política local se reinventa y plantea una alternativa a la autocracia central. 


  • Enrique Toussaint
Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.