Kamala

Jalisco /

Habitamos el tiempo de la política líquida. Todo se desvanece en instantes. Joe Biden renunció a la candidatura demócrata luego de un debate esperpéntico. No pudo con la presión de su partido y, responsablemente, dio un paso al costado. Un presidente con notables resultados (empleo, inversión), pero altamente impopular. En paralelo, Donald Trump -el ungido por los Republicanos- arrasaba en la Convención de Milwaukee, demostrando que el partido ya es su viva imagen, y libraba un atentado que casi le cuesta la vida. El débil Biden contra el indestructible Trump. La moneda estaba echada. Sin embargo, en la política contemporánea es imposible dar cualquier cosa por inevitable.

El partido demócrata logró deponer al rey y coronar a una virtual candidata en cuestión de horas. La fuerza del partido se impuso a la diversidad de corrientes internas. Kamala Harris será candidata por aclamación con el respaldo de todas las familias políticas demócratas. Kamala logró sacar a los demócratas de una profunda depresión e ilusionarlos no sólo con vencer a Trump, sino con el comienzo de algo distinto. Una nueva etapa.

Kamala es un perfil interesante. Una mujer que se ha construido y reconstruido en esta última década. En California, Kamala era la fiscal de hierro. La mujer de la ley y el orden. Un perfil más cercano al ala moderada del Partido Demócrata que a cualquiera de las alas más izquierdistas o liberales. Sin embargo, como vicepresidenta, Kamala ha logrado encarnar la oposición a la destrucción del consenso de Roe v. Wade que protegía la libertad de las mujeres estadounidenses a interrumpir un embarazo. Un terreno en Estados Unidos que ha beneficiado electoralmente al partido demócrata. Según el promedio de las encuestas, más de seis de cada 10 estadounidenses creen en la libertad de las mujeres para abortar. Incluso, casi 40% de los republicanos opinan lo mismo. El propio Trump ha tenido que matizar su discurso.

Frente a este escenario, Kamala ha buscado remediar sus dos almas. Hacerlas compatibles. La mujer que puede competir con Trump en el discurso sobre el orden y la seguridad, pero al mismo tiempo ser un símbolo de derechos para una gran parte de la población. De acuerdo con el Portal fivethirtyeight: la imagen positiva de Kamala creció siete puntos en menos de un mes. Sus negativos, en cambio, cayeron cuatro puntos en el mismo periodo de tiempo. Sí hay un efecto Kamala, los datos son incontestables.

En las encuestas presidenciales, prácticamente todos los levantamientos demoscópicos marcan empate técnico. La mayor ventaja para Trump es de dos puntos (ActiVote y McLaughlin&Associates). En cambio, la última encuesta nacional publicada -31 de julio RMG Research- le da una ventaja a Kamala de cinco puntos sobre el Republicano (47-42%). No obstante, recordemos: Estados Unidos no es un sistema electoral nacional, sino una serie de competencias estatales. Por lo tanto, despachará en la Casa Blanca quien sea capaz de retener el mayor número de estados swing (columpio). Estados que pueden votar rojo -republicano- o azul -demócrata y que son altamente competitivos. Estos estados son: Georgia, Pennsylvania, Wisconsin, Michigan, Nevada, Arizona. La elección no se juega ni en Los Ángeles, ni en Cincinnati ni en Nueva York. Sino en un puñado de estados y entre un puñado reducido de electores.

Biden estaba derrotado en los estados más peleados. En mayo, el New York Times publicó que Trump lideraba en cinco de los seis, mientras que Biden sólo alcanzaba el empate técnico en Wisconsin. Es la loza que debe cargar Kamala. No obstante, las encuestas comienzan a demostrar que gana adeptos en estos “battlegroundstates”. De acuerdo con la serie publicada por Public Opinion Strategies, Kamala Harris ya gana en Wisconsin (+2%), Pensilvania (+3%); hay empate en Georgia y Michigan. Trump, por su parte, sólo gana claramente en Arizona (+4%) y por un punto en Nevada. Frente a estos números, Kamala logró no sólo empatar la elección nacional o incluso ya superar a Trump, sino ha sido capaz de ganar terreno en los estados que definirán la victoria.

Con todo este panorama, ¿qué tiene a su favor y qué tiene en contra Kamala? A su favor: un partido unido tras su liderazgo; el simbolismo de ser la defensora de los derechos de las mujeres; su historial como fiscal de hierro en California y el hecho de que enfrente a un criminal sentenciado en la elección; los negativos de Trump entre el republicano moderado; la mala elección del ticket de vicepresidente de Trump (JD Vance tiene peor imagen que Trump y es un símbolo de la ultraderecha).

No obstante, no hay que minimizar lo que tiene en contra. Ha sido vicepresidenta de un gobierno francamente impopular (sólo el 38% aprueba a Biden); la inflación es un problema serio para el americano promedio que la administración federal no ha podido atajar; se le relaciona profundamente con la mala gestión de la frontera por parte de la administración Biden, siendo ella quien encabezó la política migratoria.

Los números son claros: Kamala tiene posibilidades de convertirse en la primera presidenta de los Estados Unidos. Para ello tendrá que ser capaz de enmarcar el debate de la campaña. Si logra que sea sobre el propio Trump, derechos, democracia y combate al crimen, Kamala tiene credenciales para hacerse de una coalición amplia que le permita ganar el colegio electoral. Si la elección se mueve entre migración y la inflación que carcome a las familias estadounidenses, Trump nadará como pez en el agua. Al igual que 2016 y 2020, la elección de los Estados Unidos tendrá cierre de fotografía. 


  • Enrique Toussaint
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