México y la rana hervida

Jalisco /

Hay mucha evidencia para sostener que México vive una erosión institucional que se encamina al autoritarismo electoral. Una democracia donde hay votos, pero no hay controles ni contrapesos


Si una rana es arrojada en una olla de agua hirviendo su reacción es saltar. Quiere salvarse. Si esa misma rana es colocada en una olla de agua fría, y se calienta gradualmente el agua la rana se va acostumbrando. Es tan sutil el desgaste que sus mecanismos de alarma y defensa se van debilitando. La metáfora de la rana hervida es una buena forma de explicar el proceso de degradación institucional y debilitamiento de la democracia porque pasa México.

No dejo de sorprenderme con las opiniones y la propaganda que proviene de los medios alineados con Morena. Sostienen y afirman, a diario, que tienen permiso para hacer todo. No hay límites. Desaparecer lo que haya que desaparecer; crear lo que haya que crear; someter lo que haya que someter. El pueblo habló -punto y final.

El provocador Larry Bartels ha defendido la tesis que son más las élites que los ciudadanos quienes interpretan los resultados de las urnas como licencias para acabar con los sistemas de pesos y contrapesos. Hace un análisis global, poniendo énfasis en Europa, para probar que hay poca relación entre lo que la gente vota y las reformas que se desprenden de los poderes electos. No hay evidencia para sostener que la ciudadanía votó por jueces inexpertos y elegidos por el voto popular; desaparecer los órganos autónomos; centralizar el poder presidencial; reducir la pluralidad en los congresos.

Es cierto que hay una mayoría que quiere reformar el Poder Judicial, pero nadie puede sostener que la voluntad popular es hacerlo en la dirección que está marcando Morena, López Obrador, Sheinbaum y aliados.

Y vuelvo a la rana hervida. No ha sido lento el proceso de desmantelamiento de las instituciones de la república, pero es cierto que sí ha sido gradual. No ha habido ni un golpe de estado, ni el decreto de una república socialista, ni la abolición de la Constitución. Ha sido un proceso sostenido de acoso y derribo institucional. Como la rana, tal vez nos daremos cuenta de los daños hasta que las consecuencias sean irreversibles.

Seguridad: militarización hasta los dientes. No hay contrapesos contra el poder de los militares. La democracia es civil o no será. Aún más lejos: los discursos de los militares se acercan peligrosamente a la narrativa política de Morena, y el presidente ha defendido a las fuerzas castrenses hasta límites insospechados.

Enrique Toussaint. México y la rana hervida

Economía: la sumisión de la gran mayoría de los poderes económicos al mandato presidencial. Los empresarios han confundido colaboración con cooptación. Como el viejo régimen priista, el empresariado -quitando algunas excepciones- no levanta la voz para nada. La nueva oligarquía -casi idéntica a la vieja- se regodea en Palacio Nacional y haciendo gala de su cercanía con Claudia Sheinbaum. Incluso se han inventado figuras llamativas como Alfonso Romo en el actual sexenio o Altagracia Gómez en el sexenio que se abre. Figuras extrañas. Parecen ser externos al Gobierno, pero tienen picaporte. La ciudadanía no puede fiscalizarlos, pero tienen poder. Parece que legalizan el influyentismo.

Política: ya hay un golpe duro a la pluralidad política con la sobrerrepresentación. No es posible que una coalición con el 54% obtenga el 76% de las curules. Y si desaparecen a plurinominales del Congreso, Morena podría tener mayorías todavía más reforzadas en 2027.

Judicial: ya han cooptado más de una cuarta parte de la Corte. Y la Reforma Judicial tiene como objetivo destruir la independencia jurisdiccional. En estos momentos ya hay focos rojos de intervención política en el Poder Judicial, que no viene de hoy si no de hace muchos años. No obstante, la Reforma que se comenzará a parir en septiembre es poner a los tribunales al servicio del Ejecutivo. La Corte podrá pasar de ser el contrapeso por antonomasia a ser un aplaudidor de la Presidencia. El Plan C extermina a la Corte.

Corrupción y derechos humanos: se acabó cualquier apuesta institucional por combatir la corrupción. Dejaron morir al Sistema Nacional y lo único que han hecho es reforzar a la Unidad de Inteligencia Financiera como persecutor político. Y en derechos humanos, la CNDH es el ejemplo más vivo de cooptación del régimen. La defensa y protección de los derechos humanos es una alegre concesión del presidente de la realidad alterna. “Ya no se violan derechos humanos en México”, dice.

Las autonomías: han muerto decenas de órganos autónomos, y morirán reguladores y otras instituciones como el INAI a partir de la aprobación del Plan C.

Medios de comunicación: control total de los medios públicos. Ataque contra los medios críticos hasta que se doblegan y sometimiento de medios a la línea oficial del Gobierno. El sistema de medios se quebró por completo y López Obrador ganó la batalla. Sheinbaum goza de una luna de miel en donde cada decisión que toma la presidenta electa es alabada como nunca había visto.

Podríamos seguir con federalismo, salud, educación. Todo apunta a que la rana ha sido hervida a fuego lento. Cocida a larga duración para que no se dé cuenta de su muerte. Lo escribió Mauricio Merino hace unos días en El Universal: lo que queda claro es que vamos a un régimen distinto al democrático. Creo que vamos hacia un régimen iliberal muy parecido a los que se están consolidando en India, Hungría, El Salvador o Rusia. Todo esto frente a una ciudadanía adormecida e incluso indolente frente a la restauración de una Presidencia sin límites.


  • Enrique Toussaint
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