Otra vez El Zócalo.
Otra vez ríos de gente desembocando en esa enorme plaza, colmando, además —mansa y alegremente— las calles y avenidas del centro histórico de Ciudad de México que a ella conducen.
Otra vez centenares de miles de personas portando pancartas hechas en casa, coreando consignas, reconociéndose como protagonistas de un enorme y fuerte movimiento social, de una transformación, de una revolución única en la historia.
Otra vez el orgullo de pisar, como diría Pablo Milanés, “esa hermosa plaza liberada” sabiendo que estar ahí, en el corazón de México, ha costado décadas de lucha y que es un derecho que nadie podrá arrebatarles.
Otra vez la derecha conservadora y los medios, intelectuales y comentócratas que la sirven empeñados en negar lo que para el mundo es evidente; no solo es esa multitud la que grita a su presidenta; “¡No estás sola!”; son la mayoría de las y los mexicanos.
Eso dice la plaza, eso dijeron las urnas, eso dicen las encuestas y los sondeos de opinión.
Esto a ellos, los conservadores, no les importa; de tanto mentir, de tanto manipular y distorsionar los hechos, la realidad ha dejado de tener sentido para ellos.
No perdieron en buena lid una elección; una turba, a la que odian y desprecian, esa misma que llena la plaza, tuvo la osadía de hacerlos a un lado, de despojarlos.
Acarreados —piensan— fueron a votar, acarreados es que esos mismos llegaron otra vez al Zócalo.
Por las limosnas —eso piensan de las acciones de justicia social— es que se mueve esa masa ignorante a la que un día harán volver al redil.
“Es la conciencia, estúpidos” la que mueve a la gente y no la ignorancia, habría que decirles; pero es inútil.
El fanatismo, la soberbia, el racismo, la ignorancia y el odio enferman lo mismo al intelectual más ilustre que al oligarca más lerdo, al lépero que reproduce las mentiras que esparcen las granjas de bots que a los “líderes de opinión más influyentes”.
Seguir con la misma cantinela, apostar por la violencia y la manipulación mediática. Pretender desatar el caos y provocar una intervención extranjera solo hará que al Zócalo lleguen, de nuevo y las veces que sea necesario —como llegaron este sábado pasado— enormes multitudes para refrendar su apoyo a la Presidenta y a la transformación democrática, pacífica, radical y en libertad de México.