Los premios de Bernhard

Ciudad de México /

¿Qué significan hoy los premios? Cuando se originaron reconocían el mérito a obras publicadas con maestría, por su incisión histórica y original carácter. Sin embargo, los concursos han ido desvirtuándose por la ambición, prepotencia y nepotismo de jurados y autores. Rechazar en estas condiciones un galardón tiene más mérito que aceptarlo.

En Mis premios (Alianza Editorial), Thomas Bernhard (1931-1989), quien pertenece a una generación en que comenzaba la debacle económica, los enuncia como algo que le permitía al escritor, por su remuneración monetaria, escribir. Aunque arremete contra ellos y asume, sin el glamur que supone el reconocimiento, que eran “dotaciones para lanzarse a aventuras”.

Ignorando la pretensión que implica ser destacado, Bernhard elabora una comedia. Un ensayo por cada premio, desde el Grillparzer al Büchner, incluyendo qué hizo con “la dotación del Julius Camp que se materializó en un coche de lujo”, hasta su dimisión de la Academia de Lengua y Poesía.

No todo era encantador aunque pudo con los diez mil marcos alemanes del Premio de Bremen adquirir una vivienda: “las consecuencias que tuvieron las ceremonias de entrega” resultaban a veces desagradables. Sí, toda la prosa e inclusive poesía de Bernhard merecieron cada triunfo: estuvo entregado al oficio, pero en ningún momento aumentaron sus ínfulas. Escribió para sobrevivir y vivía escribiendo.

Por Erandi Cerbón Gómez

@erandicerbon

  • Erandi Cerbón Gómez
  • femme.de.lettres@hotmail.com
  • Erandi Cerbón Gómez (Ciudad de México, 1991) hizo estudios de filosofía en la UNAM y escribe sobre libros en MILENIO desde 2014. Publica los jueves cada 15 días su columna Igitur.
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