Doña Anita tiene 82 años. El coronavirus la pone nerviosa porque ella se sabe “población de riesgo” y cuenta cuando fue abordada en la calle por un extraño que le recomendó aislarse en su casa. Responde: “un abuelo no sale por gusto, sino por necesidad”.
Ella hace repostería. Ella vive sola. Posa, para la cámara, su manos junto a sus herramientas: trastes de aluminio y algunas latas de atún que le sirven de moldes.
Don Juan tiene 70. Es un hombre de andar cansado que vive solo en la Anáhuac, Pueblo Viejo y se traslada a Tampico, al Centro Histórico, donde trabaja de bolero, todos los días, siempre, porque él es su único sustento.
“Si no, ¿quién me da de comer?” cuenta, flanqueado a solo unos metros por dos policías que ya le instaron a irse a su casa.
Ambos ejemplos, narrados por mis compañeros Leticia Gutiérrez y Jesús García, reflejan una imperante realidad. Hay que salir a jalar porque gran parte de la población es informal. Heladitos, tacos, troles. La población de riesgo que no se va a detener ante el Covid porque la pobreza les es más peligrosa.
El mismo Hugo López-Gatell, convertido en estrella de la red social y crush del trend, ha reconocido esta desventaja en comparación con países que cayeron en crisis increíbles como Italia, China, España o Estados Unidos. Entonces, ¿qué nos espera, tercer mundo? México ya está en fase 3, es decir, aumenta el riesgo de contagio, se endurecen las políticas públicas, se restringe la libertad de tránsito.
Las noticias parecen desalentadoras: aumenta el cierre de negocios, paran obras, la mano de obra que vive al día se va a la banca. Es un desmoronamiento paulatino de la economía, y en el que si el escenario hipotético de la Secretaría de Salud se cumple, antes de mediados de abril estaríamos contando contagios más numerosos por día y con ello, restricciones más graves.
El crecimiento de la crisis sanitaria está controlado, pero es urgente que si, habiendo limitado el tránsito, la migración y el turismo, la cuatroté cumpla y blinde a los abuelos o a los pequeños comercios.
Mientras, hay que comprarles. Que fluya la economía local, sobre todo en pequeño. _