López Obrador lanzó un dardo envenenado a la oposición en la antesala al proceso electoral del 2021, con la propuesta a la reforma de la Ley de Pensiones de México.
“¡Populismo!”, gritarán desgañitados desde los balcones de la derecha. Nada lejos de la realidad; sin embargo, trae bajo el brazo un poco de justicia social, aunque si me preguntan, no es suficiente para eliminar el abuso laboral contra la clase obrera nacional… pero nadie me preguntó, ¿verdad? En este momento los especialistas analizan el impacto que podría tener en la economía mexicana este llamado, que será solventado casi en su totalidad por los hombres del varo en el escalafón involucrado: los empresarios.
Veamos: en la actualidad los trabajadores ahorran un 6.5 por ciento de su salario en las Afores, el cual se desglosa en: 0.225 por parte del empleado, 1.125 por el gobierno y 5.15 por parte del patrón; ahora este último desembolsará hasta un 13.87 por ciento dependiendo lo “bañado” que sea el salario a su empleado. Gradualmente también el gobierno irá aportando más UMAs en el caso de los menores salarios. La iniciativa, avalada por Consejo Coordinador Empresarial y el consenso de al menos 10 organismos que aglutinan a los empresarios mexicanos, va dirigida a respaldar principalmente a quienes ganan una “baba”.
Por ejemplo, en casos donde el trabajador amparado con la ley 97 y cotiza el salario mínimo, les garantiza actualmente una pensión de 3 mil 666 pesotes, siempre y cuando hayan cumplido los 60 años y las mil 249 semanas de ley para llevarse el 100 por ciento.
Una de la broncas es que este proceso incentivará la divertida de simulación de salarios (o subreporte) que tanto le gusta a las empresas junto al outsourcing, donde el pago que recibe el trabajador no es el que se reporta ante el IMSS, por lo cual, aquí al momento de la pensión la aportación laboral crecería entre menor sea el salario reportado en la Afore.
Otro punto es que también las mujeres en caso de embarazo seguirán cotizando aunque se alargue el proceso post parto.
La apuesta fortalece la apuesta política pejiana hacia la clase obrera, pero tendría que incentivar mejores mecanismos para que el sector empresarial elimine vicios y no tema más a la inversión.
Populismo (necesario) que huele y apesta a 2021.