“No creo en dios, pero le temo”.
Gabriel García Márquez
No conozco a nadie que tenga coronavirus”, y entonces se levanta y camina libremente entre banquetas y parques, busca un trole y un agüita fresca, arma una carnita asada en secreto, se cuela a la playa, porque no hay temor a lo que no existe.
¡Dios es otra cosa, hombre!
Los fantasmas y la energía viva, son harina de otro costal. Los marcianos y los ovnis, se cuecen aparte porque, ¡carajo amig@! Ya la NASA dijo que sí existen los platillos voladores, los mostró en imágenes y todo eso.
Pero el coronavirus no es real, es puro cuento; es más, ni el primo de un amigo lo conoce.
Esas cifras son inventadas, las de enfermos, las de mortandad, los videos de los testimonios, los de las tragedias como la ocurrida en Ecatepec, donde varias familias dieron el portazo en una clínica de atención covid buscando a sus pacientes, solo para encontrar las bolsas de muertos apiladas en una zona del nosocomio… a sus muertos.
El llanto, la desesperación, la inconsciencia y el colapso emocional al identificar “a la brava” a un ser querido infectado y fallecido, y abrazarlo dentro una morgue improvisada, omitiendo la sana distancia. ¿Todo eso también es una farsa?
¿Qué diablos necesitan para creer en el coronavirus? ¿Tener una víctima en casa? La realidad está a la vista, al alcance de sus manos, pero en pleno siglo XXI, en tiempos de las batallas millennials versus centennials, en un mundo que se desmorona económica, anímica, política y humanamente, el escepticismo pasó de una virtud a un riesgo sanitario.
La desesperación por el ahogamiento social va en aumento, porque el daño patrimonial en muchas familias será irreversible, por la magnitud de la crisis y los niveles de incompetencia gubernamental, pero donde la estupidez humana es un reactivo al que se le debe dedicar una política pública.
El esfuerzo de muchos, de millones, sus depresiones, sus distanciamientos familiares, todo daño emocional y material provocado por la cuarentena, tendrá una pobre definición porque alguien no conoce a otro alguien con coronavirus, o al alguien que conoce a otro alguien.
Y mayo, amig@ es esencial para salir avante.