Congruencia

  • Un día a la vez
  • Erika Ramírez Rodríguez

Laguna /

Es muy común en charlas con amigos y en tono de broma, hacer la presunción de que la institución educativa, el Estado, la ciudad donde nacimos, el equipo al cual se le apuesta es mejor que los otros.

Proyectamos la necesidad de querer sobresalir, y es normal porque es parte de nuestra educación. Desde muy niños nos exigieron ser los mejores en todo lo que hiciéramos, y no está mal, lo triste es que casi siempre fue basado en lo exterior y no en lo interior.

Se ha preguntado usted: ¿Por qué estudió esa profesión?, ¿es feliz?, ¿por qué se casó con su pareja?, ¿por qué tiene esa mascota?, ¿por qué no se ha casado? Frecuentemente el ego nos juega bromas, sin darnos cuenta.

Con esto he llegado a la conclusión de que estamos fragmentados, es decir una cosa es lo que sentimos y queremos, y otra muy distinta lo que hacemos, porque no nos enseñaron a sentir, solo a cumplir, a ser el mejor frente a los demás dejando de lado lo que sentía.

Frases como: ¡Me vas a matar de un coraje!, ¡mira cómo me haces sufrir!, ¡es que tú no me entiendes!, dan por hecho que siempre los otros son los culpables de nuestros estados emocionales, y que lo que yo siento es intrascendente, nos han hecho ver hacia afuera y no hacia dentro de nosotros.

Insistimos en rescatar a los demás, cuando a la primera persona que se debe salvar, es a sí mismo.

Es fundamental aprender de nuestros sentimientos, empezar a fluir, reconociendo que la relación que tengo con los demás, la mayoría de las veces no es la misma que tengo conmigo, mientras haya esa división interna, seguirán los conflictos externos.

Cada vez que se vea al espejo que sea con respeto y no con juicios o etiquetas, respetemos nuestra palabra y demos respeto aquel que nos critica, recordando que está hablando de él, no de nosotros.

Al unir nuestro pensar y nuestro sentir llegará la congruencia.

El enemigo está en nosotros, y no es fácil vencerlo, la mayoría nos rendimos a él.

Esto es sólo para aquellos que quieren ser sus propios héroes, y pasar del cómo debo ser a lo que realmente soy, esto es para aquellos que quieren vivir para ser y no para demostrar.

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