El perdón

  • Un día a la vez
  • Erika Ramírez Rodríguez

Laguna /

Vamos a sintonizarnos con esta semana y hablemos del perdón:

 Pongamos frente a nosotros esa persona que no podemos perdonar, ¿qué nos hizo?, ¿traición, abandono, humillación?, ¿qué sentimiento nos produce?, ¿odio?, ¿resentimiento?

Démonos la oportunidad de liberarnos y aprendamos a perdonar.

Recapacitemos, mientras que esa persona está disfrutando de su vida, nosotros nos martirizamos.

Cuando alguien nos agrede nos origina un dolor, soltemos ese malestar y optemos por perdonar. Fusionarnos con el padecimiento sólo nos llevará a la victimización.

Perdón no es sinónimo de debilidad, sino de fortaleza, es tomar conciencia del dolor abrazarlo y curarlo.

Perdonar es hacer las paces con la vida y con uno mismo.

No seamos de las personas, que se quejan para manipular y así llamar la atención de los demás.

Perdonar no se trata de permitir que nos sigan haciendo daño, somos nosotros quienes ponemos los límites, nos conocemos y sabemos hasta dónde podemos ceder.

Seamos flexibles y otorguemos la razón, salgamos del conflicto y fluyamos.

Aceptemos que al permitirlo fuimos cómplices de ese mal comportamiento, nos excusamos al decir que queríamos mucho a esa persona, pero alguna vez escuché que sólo aquel que sabe amar, sabrá perdonar y perdonarse.

Perdonemos a nuestros padres, son seres humanos que traen su propia historia, sus fondos de sufrimiento y las heridas que nos heredaron, son el conducto para lograr el perdón y crecer.

Hagámonos responsables de nuestros actos y vivamos el presente, salgamos del confort que da vivir en el pasado, dejemos la conmiseración. Admitamos que también hemos hecho daño.

Dicen por ahí, que a quienes odiamos o con quienes estamos resentidos, son las personas que más hemos lastimado.

Así que ya no se odie, ámese, perdónese, perdone y comprenda a los demás, véalo como un acto de egoísmo y elija su paz.

Si se tiene amor incondicional, no habrá cabida para el odio y será más fácil aprender a perdonar y dejar esa muleta llamada resentimiento.

La bola está en su cancha, es su decisión elegir que es mejor para usted, tener razón o darse el mejor regalo de su vida, su paz interior.

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