Vamos a sintonizarnos con esta semana y hablemos del perdón:
Pongamos frente a nosotros esa persona que no podemos perdonar, ¿qué nos hizo?, ¿traición, abandono, humillación?, ¿qué sentimiento nos produce?, ¿odio?, ¿resentimiento?
Démonos la oportunidad de liberarnos y aprendamos a perdonar.
Recapacitemos, mientras que esa persona está disfrutando de su vida, nosotros nos martirizamos.
Cuando alguien nos agrede nos origina un dolor, soltemos ese malestar y optemos por perdonar. Fusionarnos con el padecimiento sólo nos llevará a la victimización.
Perdón no es sinónimo de debilidad, sino de fortaleza, es tomar conciencia del dolor abrazarlo y curarlo.
Perdonar es hacer las paces con la vida y con uno mismo.
No seamos de las personas, que se quejan para manipular y así llamar la atención de los demás.
Perdonar no se trata de permitir que nos sigan haciendo daño, somos nosotros quienes ponemos los límites, nos conocemos y sabemos hasta dónde podemos ceder.
Seamos flexibles y otorguemos la razón, salgamos del conflicto y fluyamos.
Aceptemos que al permitirlo fuimos cómplices de ese mal comportamiento, nos excusamos al decir que queríamos mucho a esa persona, pero alguna vez escuché que sólo aquel que sabe amar, sabrá perdonar y perdonarse.
Perdonemos a nuestros padres, son seres humanos que traen su propia historia, sus fondos de sufrimiento y las heridas que nos heredaron, son el conducto para lograr el perdón y crecer.
Hagámonos responsables de nuestros actos y vivamos el presente, salgamos del confort que da vivir en el pasado, dejemos la conmiseración. Admitamos que también hemos hecho daño.
Dicen por ahí, que a quienes odiamos o con quienes estamos resentidos, son las personas que más hemos lastimado.
Así que ya no se odie, ámese, perdónese, perdone y comprenda a los demás, véalo como un acto de egoísmo y elija su paz.
Si se tiene amor incondicional, no habrá cabida para el odio y será más fácil aprender a perdonar y dejar esa muleta llamada resentimiento.
La bola está en su cancha, es su decisión elegir que es mejor para usted, tener razón o darse el mejor regalo de su vida, su paz interior.