¿Padece o disfruta su vida?

  • Un día a la vez
  • Erika Ramírez Rodríguez

Laguna /

En los últimos meses las charlas con el taxista que diariamente me lleva al trabajo, se han basado más en quejas que en los regalos que recibe día con día.

El hombre ve el vaso medio vacío en todo, y aunque es una frase muy trillada, considero que el vaso de nuestra vida siempre está medio lleno, sólo que es más fácil buscar culpables, que hacernos cargo de las consecuencias de nuestros actos.

Puedo entender que la pandemia trajo muchas malas, entre ellas la pérdida de empleo, pero al escuchar sus relatos, veo una familia que lo adora, su esposa es una buena mujer, tiene dos hijas que ven por él, una de ellas ya trabaja y lo apoya, además de un hermoso bebé que empieza a dar sus primeros pasos.

Cuenta, que todos los días se la tiene que partir, para comprar pañales y leche para su niño y para que su familia coma.

En una ocasión me dijo que emprendería un negocio y lo hizo, pero a la semana lo dejó porque no le salía.

Entiendo que a un negocio hay que invertirle tiempo y en pandemia más.

Soñamos con obtener de inmediato las mieles, cuando ni siquiera hemos trabajado las colmenas.

Haciendo conciencia de las constantes quejas del amigo taxista, me empecé a ver y descubrí que no es el único que vive quejándose.

El calor, la tolvanera, el tráfico, el trabajo, los compañeros y así puedo seguir enumerando las cosas que logran sacar una queja de nuestra boca.

No está mal ser inconforme cuando se direcciona hacia el crecimiento personal, profesional o espiritual.

Respeto mucho al amigo taxista, todos los días trato de echarle porras, le insisto en que él puede lograr más, aunque siempre argumenta que las cosas no son fáciles y la verdad es que no lo son, pero no dejemos que el miedo o la conmiseración sean los conductores de nuestra vida.

Esto no es un tema de superación en donde hablan de mente positiva, sino de ser responsable con uno mismo, es decir, tener la habilidad para satisfacer nuestras necesidades.

Amigo lector, lo reto a que viva un día sin quejarse, haga conciencia de cómo está viviendo su día a día, aprenda a escucharse y vea si su vida la padece o la disfruta.

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