Valor para cambiar

  • Un día a la vez
  • Erika Ramírez Rodríguez

Laguna /

No sé con exactitud el por qué, pero la frase de “no hay de otra” siempre me ha dado urticaria, porque tengo la certeza que siempre hay de otra, otra forma de vivir, otro trabajo, otra pareja, otra forma de ser. 

Lo que pasa es que el ser humano, le tiene miedo al cambio y a evolucionar su ser a través de su hacer.

Por lo regular vivir en círculo provoca crisis de ansiedad o estados depresivos, porque no hay movimiento.

Debido al miedo que nos paraliza no dejamos el malo por conocido, por el bueno por conocer y terminamos quedándonos en el mismo lugar.

Nos resistimos al cambio por el temor a perder el control y que las cosas no salgan bien, dudamos de nuestra capacidad y tememos fracasar, hay que consignar que el fracaso no existe.

La rutina termina matando el espíritu, lo seca, porque hacemos a un lado nuestros sueños y dejamos de movernos.

Aunque usted no lo crea el caos da tranquilidad y viceversa, pero nos resistimos a soltar porque siempre queremos tener todo bajo control, se nos olvida que al escucharnos y aceptar ser quienes somos es evolucionar.

La paz interior no se logra en una zona de confort, sino en el problema y la solución que nos hace progresar.

El ciclo de la vida no es estático, es como la rueda de la fortuna, es estar abajo y arriba y es justo lo que nos lleva a una constante evolución.

Crecer duele, pero déjeme decirle que el dolor es la piedra angular del crecimiento.

Quien piensa que tener paz interior es vivir tranquilo y no sufrir está equivocado, paz interior es moverse, es tener pérdidas y ganancias, se pierde un trabajo pero se gana experiencia.

No es ponerle la veladora al santo de su elección y esperar que baje del cielo y haga todo.

Somos hijos del creador, por lo tanto somos creadores porque fuimos hechos a su imagen y semejanza, somos espíritus en movimiento, así que échele acción a su vida y atrévase a dar el primer paso hacia la transformación

Renovarse o morir dicen por ahí.

Rompa rutinas y no tenga miedo a las contrariedades, no olvide que la rutina marchita la vida, así que póngale el color y el sabor a la vida, tenga el valor y cambie lo que tenga que cambiar.

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