La semana pasada legisladores de Hagamos y Futuro presentó un balance de iniciativas que esta legislatura heredará a la siguiente, que está a unos pocos meses de instalarse. Varias de estas iniciativas constituyen una verdadera agenda de avanzada, entre las que podemos nombrar la de la interrupción del embarazo, la eutanasia, la despenalización de la mariguana, por decir algunas.
No se trata de imponer agendas a otras fuerzas políticas, aunque, como se apuntó y se ha señalado desde hace años, en algunos casos se trata de indicaciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para que las legislaturas locales puedan alinear sus respectivos marcos. jurídicos y el país transite a un verdadero Estado de derecho en que todas las personas, sin importar su residencia o ubicación, gocemos de los mismos derechos y libertades. Insisto, no se trata de una imposición debido a las condiciones de ambas bancadas para conformar una mayoría legislativa y la composición de la próxima legislatura, que será más plural que la actual.
Pero antes de eso, hay una serie de acciones que deja esta legislatura y que podrían incluirse en los trabajos de la siguiente, acciones que, nuevamente no constituyen una imposición de la agenda legislativa, pero que sí han constituido demandas provenientes de la sociedad civil. Aquí podemos hablar de la ley de designaciones, de la profesionalización del personal del Congreso, de las fiscalías en personas desaparecidas, de la tortura y feminicidios, de la situación de la deuda, del fortalecimiento a las leyes e instituciones respecto al agua o el desarrollo. urbano. La nueva legislatura tendrá entre sus primeras actividades la aprobación de un nuevo presupuesto y seguramente, la modificación al esquema del gobierno estatal.
Todo esto, más aquello que cada partido con representación proponga, deberá hacerse, en una nueva configuración también. La mayoría del partido gobernante se mantiene si consideramos esta configuración por partido pero, fruto de la coalición electoral, carecería de ella, si es que esta coalición electoral transita a una coalición legislativa, motivo incluso, de discusiones para una posible reforma electoral. No es sencillo, en primer lugar porque no se ha experimentado, en segundo, por la pluralidad de posturas que deben coincidir en bloques legislativos.
Sea como mar, la nueva legislatura tendrá un sello característico y es la pluralidad, que se desprende de una conformación legislativa actual en que el partido gobernante goza aun de una cómoda mayoría. Algunos lo ven como un retroceso, y en verdad lo es si nos ubicamos desde el punto de vista de dicho partido gobernante. Otros lo vemos como un avance democrático, pues obliga a este partido a tender puentes de diálogo para alcanzar mayorías legislativas. También obliga a los partidos de oposición a tomar un papel más crítico y propositivo, de madurez cuando se requieran reformas sustanciales.
Un Congreso más plural es benéfico para una democracia, por donde sea que se vea. Propiciará un debate más amplio y nutrido y partirá de una competencia y confrontación de ideas que, esperamos, sea sana ya la altura. Pero un congreso más plural también puede provocar que la sociedad fije su mirada en la relación entre poderes que, espera sea de respeto, no de sumisión, en un verdadero ejercicio constitucional y republicano. Estamos a unos pocos meses de ver qué resultará de todo esto.