Respetos para todos los que se preocupan, y se ocupan, por la preservación de la vida en este planeta rodando en la inmensidad del universo.
O mejor dicho: se preocupan y ocupan por la sobrevivencia de la especie humana. Porque el planeta se repondrá una vez más, como lo ha hecho por millones de siglos. Como cuando sufrió el impacto del meteoro caído hace 60 millones de años en Yucatán, que transformó la vida y las especies vegetales y animales en todo el globo.
Se repondrá de esta pandemia de homo sapiens, que tantas molestias le causa por doquier; y recuperará su lozanía.
Respetos para todos los conservacionistas comprometidos; y albricias ahora que arriba a la presidencia del poder hegemónico del momento (universal) una persona de expreso y reiterado compromiso con la sobrevivencia y aun la resiliencia, de la vida en el tercio de la superficie terráquea que emerge de las aguas del globo.
Albricias, aunque, al parecer, la primera preocupación del Grupo de los Veinte frente a la nueva normalidad cuando se supere la pandemia, no es, la recuperación de la economía, sanamente entendida como la atención de las necesidades materiales humanas, sino la preservación y larga vida del salvífico sistema financiero internacional: “Pa’ que sigas abonando”.
Pero no es por ahí. No basta preservar. Hay que reponer activamente. Plantar, plantar, plantar. Si desde hace diez mil años se han deforestado el Medio Oriente, los países mediterráneos, el norte de África, las planicies chinas; y ahora Brasil y demás, todavía estamos muy a tiempo de poner a trabajar la vida vegetal: que salvará la sobrevivencia humana.
Qué bueno que se reúnan para acordar la reducción de las emisiones de la combustión de energías fósiles como carbones e hidrocarburos y mantener así la atmósfera limpia y respirable.
No estará de más recordar aquí que los hidrocarburos (que son vida vegetal fosilizada, o sea: agua y sol, por millones de años) no sólo se están utilizando para combustión. Hoy están por doquier en nuestra vida diaria: fibras, medicamentos, cristales, pinturas, hasta muebles, y toda clase de utensilios.
Los hidrocarburos seguirán siendo esenciales en la producción y en la actividad colectiva por largo espacio. En el caso de México, deberán seguir siendo de propiedad nacional y palanca de su desarrollo.
El Club de París no es la única instancia ocupada por la preservación de la vida global. Está la voz del papa Francisco, apelando a la fraternidad que trasciende a la especie humana para llegar a todo ser vivo.
Convocados por él, en línea, mil quinientos participantes en el Encuentro La Economía, apelan a los grandes empresarios “pidiendo lo imposible” para preservar la fraternidad global.
Por cierto, la Constitución mexicana de 1917, que todavía medio nos rige desde entonces, a pesar de tantos atropellos como la llamada Reforma Energética de 2013, también resultó precursora en ecología.
Dice que “se dictarán las medidas necesarias para el fraccionamiento de los latifundios, y para evitar así la destrucción de los elementos naturales…”.
P.D. También ahorrar popotes.
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