Ikea y el planeta rodante

Ciudad de México /

Aunque usted no lo crea! Sí se puede. En este planeta rodante por millones de millones de años, en el que nuestra humanidad ha prosperado por los últimos dos millones, ni las emisiones carbónicas provocadas por nosotros acabarán con la vida vegetal y animal; ni han sido sólo emitidas por nuestra torpeza suicida.

Las tierras rojas de los Altos de Jalisco (suelos lateríticos les llaman los expertos) son prueba fehaciente de que en aquellos remotos tiempos prehumanos hubo fuertes incendios, con emisiones carbónicas, y de los cuales los suelos se repusieron con el tiempo.

En nota anterior hemos mencionado aquí que en las tierras boreales del viejo mundo los humanos han aprendido a seguir el ejemplo de la madre tierra: renovar y hacer uso sin destrucción. La humanidad ha usado racionalmente la madera de sus bosques por milenios. Ha replantado, como lo hace con la agricultura: ciclos de vida renovada continuamente.

Ahora están en entredicho, con una visión que parece exagerada, los procedimientos de Ikea, el gran consorcio escandinavo de madera que por decenios ha sido considerado como ejemplar en el corte racional y la reforestación sistemática de los bosques. Sobre ellos han sustentado la industria mueblera.

Como empresa privada en expansión, ahora el grito ecologista ha surgido por sus adquisiciones de maderas cortadas en Rusia y otros espacios cercanos a Siberia.

Al parecer, ni la actividad forestal racional se libra de sesgos geopolíticos. Parece, en efecto, que la Guerra Fría no acaba de extinguirse.

La madera es un hermoso recurso renovable que ha resultado útil a los seres humanos en hogares y establecimientos, por milenios; y lo han hecho con criterio de uso racional, imitando los ciclos de la propia madre tierra: replantando.

Va siendo hora de dejar atrás el criterio cerrado de que el cuidado ecológico debe limitarse a reducir, a impedir emisiones carbónicas.

Se requiere una visión proactiva de los cuidados colectivos de la vida en el planeta: aprender a imitar los ciclos naturales de la vida vegetal y animal.

La COP26, como gran foro internacional sobre la conservación del planeta sano, de la Organización de las Naciones Unidas, se ha llenado de forcejeos, promesas vanas o ambiguas entre las potencias industriales de tiempo atrás y las economías emergentes; y, por supuesto, se ha contaminado de la nueva guerra fría tripartita.

Pero las decisiones que en ese ámbito se tomen afectarán de manera profunda la vida diaria de los 7,500 millones de seres humanos. Aunque, en una gran mayoría, ni nos enteramos de ello.

Exactamente como pasa hoy con la deliberada escasez mundial de semiconductores; o la provocada penuria de contenedores modulares, en los que desde hace pocos años se mueve prácticamente todo el transporte en el planeta: sea en tren, en barco o por carretera. También lo será la próxima reapertura del ferrocarril por el corredor del Istmo de Tehuantepec: del Puerto de Coatzacoalcos al de Salina Cruz, o viceversa, por el que circularán dichos contenedores haciendo clara competencia al vetusto y lento Canal de Panamá.

Esteban Garaiz 

Egaraiz@gmail.com 

  • Esteban Garaiz
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