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El teletrabajo contra la naturaleza humana y el bienestar económico

Hidalgo /

Estimados lectores, los saludo de nueva cuenta desde el sur de nuestro planeta, y de nueva cuenta tomaré la experiencia de estar lejos como inspiración para esta columna.

Hace no mucho en México, se aprobó una reforma que afecta la manera en la que trabajamos para que ahora exista una modalidad llamada “teletrabajo”. Un tema que, por su impacto se convirtió en un tema de discusión global, con muchos en a favor y muchos en contra, aunque considero que las discusiones se han quedado cortas.

Muchos dicen que el trabajo a distancia contribuye a que seamos más eficientes, eliminemos tiempo de traslado para llegar a nuestros trabajos, por lo que somos un poco más felices y reducimos el estrés, lo que nos permite tener un balance entre la vida familiar y la profesional.

Sin embargo, los críticos del modelo dicen todo lo contrario, inclusive mencionan que el teletrabajo perjudica la operación, porque la gente no convive con sus compañeros de trabajo y no se involucran en la cultura de la compañía, lo que a largo plazo hace que la gente no tenga una identidad ni tampoco una lealtad hacia la institución donde labora.

Cualquiera que sea la postura, creo que todos entendemos las implicaciones de trabajar a distancia. Si nos quita ese enfoque personal, reduce esa colaboración con nuestros compañeros, e inclusive a veces ha sido negativo para nosotros ya que se distorsionan los espacios y los tiempos personales con los laborales.

Lo que presencié en Wellington, capital de Nueva Zelanda, fue que este modelo de trabajo remoto post-COVID ha tenido un impacto económico en la ciudad.

Lo destaco ya que comúnmente hablamos de los temas que anteceden y que están muy enfocados al bienestar del empleado y el objetivo empresarial, pero no pensamos en el bienestar/impacto de nuestra sociedad y del ecosistema en el que vivimos.

Las calles de la capital se encuentran hoy semidesiertas, derivado en gran parte a que los trabajadores del gobierno y empresas están prácticamente todos de trabajo remoto y las consecuencias de esto son increíbles.

Los negocios hoy no son negocios, porque no hay gente en las calles. Los cafés y restaurantes que en algún momento vibraban con gente a la hora del almuerzo han cerrado u operan con horarios restringidos ya que no hay gente que consuma.

El impacto económico es tan grave que hoy el gobierno de Nueva Zelanda está por implementar una política de regreso a la oficina o en esquema mixto a la totalidad de los trabajadores de gobierno en enero de 2025.

Aquí donde uno se debe cuestionar si estas “buenas ideas” son realmente buenas o si son pasajeras, ya que a la larga nos perjudican.

A título personal me doy cuenta que cuando hago trabajo en casa, este pasa a un segundo término ya que el ambiente del hogar nos absorbe entre los pequeños, mascotas u otras actividades del hogar, dejando lo laboral quedan en segundo plazo o inmerso entre distracciones.

Es algo preocupante que una zona que hace unos años era vibrante, el centro de entretenimiento y punto de reunión social se encuentre abandonado y desolado. Sin interacciones humanas que enriquezcan la naturaleza humana.

Aquí es donde debemos cuestionar si este modelo es bueno o no en materia económica y social.


  • Federico González Waite
  • El autor es un tecnólogo-innovador y un loco que cree que todo es posible para transformar digitalmente a una nación
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