Estimados lectores, esta columna se las escribo a distancia desde Nueva Zelanda, tierra de Kate Shepherd, mujer activista que en 1893 logró que Nueva Zelanda fuera el primer país en el mundo que permitiera el voto de la mujer. Dado este dato histórico y la coyuntura nacional de nuestra primera Presidenta, se me hizo apropiado escribir sobre el rol de las mujeres en la ciencia y la tecnología o como se etiqueta globalmente STEM.
Se me hace interesante qué, de acuerdo al censo poblacional previo al COVID, la fuerza laboral de STEM en Nueva Zelanda contaba con 48% de mujeres y el 30% de los puestos de Dirección Ejecutiva en el país estaban bajo mandos femeninos. Si bien algo que este país interpreta como una situación de minoría, es un gran éxito en comparación con la situación nacional, donde en México hoy 38% de las mujeres estudian una carrera STEM. Si bien esta es una buena cifra en 2022, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) encontró que sólo tres de cada 10 profesionistas en STEM son mujeres.
Ahora se preguntarán: ¿En qué nos afecta esto como país y sociedad?. En mi opinión, el primer impacto es aquel donde los paradigmas sociales limitan a nuestras futuras generaciones y les restan libertad de perseguir aquellas carreras o trabajos que les son de interés. Con motivo de esta falta de libertad, se termina afectando no solo en lo laboral pero también en su desarrollo social. Deberíamos cambiar el discurso para que todos podamos perseguir el futuro que queremos sin limitantes de ningún tipo.
El segundo es el aspecto económico. Un estudio realizado en 2021 por una firma de reclutamiento tecnológico mostró que el 87% de las empresas del Fortune 500 dirigidas por mujeres, contaban con ingresos superiores a la media del mercado. Si bien de las 500 empresas solo 39 cuentan con directivas, su desempeño y capacidad habla por sí sola. Ahora si, como diría Shakira: las mujeres facturan… y facturan más!
En el último aspecto, que es el cultural, las mujeres cuentan perspectivas diferentes, que por lo general son más holísticas que las de los hombres. Las mujeres directivas toman en consideración aspectos de bienestar social y comunitario en pro de sus empresas y colaboradores, lo que culmina con un balance entre la vida laboral y personal.
Adicionalmente, cuando surgen cuestiones de programación y control de calidad, las mujeres cuentan con mejores capacidades, dada a la atención a los detalles que logran de manera nata. Aquí es donde inclusive, en los equipos de desarrollo de software tienden a ser más estructuradas y con un retrabajo menor, por la calidad que logran desde el inicio.
Como país se debe seguir impulsando iniciativas que acerquen las STEM a las mujeres sobre todo desde las infancias. Como sociedad debemos abrir las puertas para que nuestras futuras generaciones tengan mayor libertad de decisión y que se puedan desarrollar de manera libre. Todos podemos juntos y a la par dejando de lado los estereotipos.