Días de guardar

  • Caleidoscopio
  • Federico Ramos

Ciudad de México /

La Semana Santa tiene evidente significado religioso, pues conmemora por siete días la pasión, muerte y resurrección de Cristo, pasaje histórico pleno de evocaciones sobre los principales eventos de la vida de Jesús, que dan nacimiento a la fe cristiana, y, por ello, invitan a la reflexión y al ejercicio de una conducta de moderación. Son, según la Iglesia Católica, días de guardar.

Hasta aquí todo bien. La realidad es otra muy diferente, y si bien hay todavía muchas personas que practican el mandato cristiano de recogimiento en estas fechas, la gran mayoría de los mexicanos vemos este periodo como la oportunidad para vacacionar y “descansar” de lo arduo de la vida laboral. La semana santa es hoy sinónimo de días de asueto, aunque la Ley Federal del Trabajo ni siquiera los considera inhábiles, pero la fuerza de la costumbre y el peso de una tradición religiosa son suficientes para que dejemos de trabajar.

Viene al caso comentar que todo esto genera fenómenos dignos de mención, por ejemplo: la Ciudad de México se convierte, por una sola vez al año, en la ciudad que todos quisiéramos vivir, sin embotellamientos, sin marchas de protesta, sin ruido y sin asaltos, pues hasta los malhechores les toca su pedazo de vacaciones. Claro, en algunos lugares sí hay celebraciones religiosas, como es el caso de Iztapalapa o de las diferentes procesiones del silencio en Taxco, San Luis Potosí y hasta en nuestra ciudad lagunera Viesca, muchas de ellas organizadas y animadas más por el fervor comercial o turístico que por el fervor religioso.

También observamos las playas mexicanas hasta el tope, como Acapulco, que una vez al año registra cien por ciento de ocupación, a pesar del clima permanente de violencia y de que los organismos de salud del gobierno emiten constantes avisos de que sus playas están contaminadas. Pero una vez llegada la semana mayor, muy convenientemente Semarnap “anuncia” que nuestras playas son aptas para que cualquiera pueda bañarse en ellas.

Tal vez esto es así porque el mexicano quiere ir con su familia a la playa a cumplir un anhelo aspiracional, aunque la liturgia diga que son días de guardar.


federicoramos@prodigy.net.mx

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