Crecimientos femeninos

León /

Cinco películas de diversas latitudes que posan su mirada en mujeres de distintas edades que se encuentran en momentos que se quedarán con ellas el resto de sus vidas, entre relaciones con sus padres, la maternidad, el trabajo, las amistades y el sexo. Disponibles en la plataforma MUBI. Veamos.

Sophie es una niña de 11 años que viaja con su joven padre a un centro vacacional en Turquía, donde además de convivir con otros visitantes, profundiza en su relación parental, acaso sin entender en ese momento toda la carga emocional que traía consigo este hombre esforzado por sentirse feliz. En tono autobiográfico, la directora Charlote Wells reflexiona y rememora esa experiencia desde su presente en la vaporosa Aftersun (RU-EU, 2022), recorrido pausado por aquellos días entre vacacionistas, cantos y bailes compartidos y una particular melancolía que se entromete en los gestos del padre. A la sensible dirección se le suma una propuesta visual atmosférica y por momentos difuminada que acompaña la brillante interpretación de Frankie Corio como la pequeña que disfruta el momento y mantiene intacta su inocencia, complementada por la de Paul Mescal como el padre cariñoso y cercano, pero secreta y emocionalmente a la deriva.

En Cómo tener sexo (RU-Grecia-Bélgica, 2023), tres amigas que rondan los 16 años se van de vacaciones a la playa para buscar dvertirse sin freno y hacer de ese verano una experiencia memorable: Skye (Lara Peake) y Em (Enva Lewis) continuarán sus estudios, mientras que Tara (Mia McKenna Bruce), dispuesta a perder su virginidad, no tiene claro su futuro: el guion se va centrando paulatinamente en ella, sus dudas, decepciones, enojos y alegrías. En el lugar conocerán a un grupo de dos amigos y una amiga con quienes conviven, además de otros jóvenes que pasan el día divirtiéndose sin mayores preocupaciones. La debutante Molly Manning Walker dirige con cercanía afectiva y aliento documentalista, mostrando su capacidad para capturar estados de ánimo contrastantes, de la euforia a la introspección, así como para introducirse en los vínculos sexuales y de amistad que se van modificando en un contexto y momento específico de la vida de estas jóvenes. El feliz grito de volver a casa no estaba previsto.

Eva (Daniela Marín Navarro, insistente) es una adolescente que atraviesa una etapa de reacomodos pasados por una continua sensación de molestia, entre un despertar sexual, deseos de descubrimiento y cierto distanciamiento afectivo: cuida de su gato y vive con su madre y su hermana menor, entre conflictos constantes que se han incrementado tras el divorcio; se lleva mejor con su irascible y afectuoso padre (Reinaldo Amien), quien trata de reconstruir su vida empezando a escribir poesía y viviendo una especie de nueva juventud, incapaz de contener su ira. Escrita y dirigida con intensidad realista por Valentina Maurel, Tengo sueños eléctricos (Costa Rica-Bélgica-Francia, 2023) se entromete en la búsqueda de un refugio para transitar por etapas complejas, entre el anhelo de poder vivir con el padre y la molestia simbólica de la remodelación de la casa materna, al tiempo que la violencia permanece en el escenario y salta para apoderarse de un futuro adulto que se visualiza en similar tesitura.

Rakel es una mujer en sus veintes (Kristine Thorp, ingobernable) que dejó la carrera de diseño gráfico y vive con una amiga; se la pasa de fiesta o de malas, intentando desarrollar cómics con base en su vida cotidiana, hasta que descubre, tardíamente, que está embarazada de seis meses, por lo que ya no podrá abortar y se abocará a buscar opciones para dar al bebé en adopción, empezando por el distante padre, a quien ya no veía desde entonces, y siguiendo con su media hermana o algún centro dedicado a ello, mientras sale con un apoyador amigo con derechos. Dirigida por Yngvild Sve Flikke con base en la novela gráfica de Inga H Sætre, Ninjababy (Noruega, 2021) es una mirada al crecimiento femenino desde condiciones inesperadas, como la inevitable maternidad que lo trastoca todo, revisada con dosis de humor negro que se refuerza por las creativas inserciones animadas y, sobre todo, por los diálogos imaginarios -o reales- con el cuestionador bebé aún en el vientre, al pendiente de las ideas y decisiones que va tomando su madre.

Cassandra ronda sus medios veintes y trabaja de manera comprometida como azafata en una línea económica (Adèle Exarchopoulos, contenida); va y viene sin ningún tipo de arraigo emocional, más allá de convivir con algunos compañeros o utilizar una aplicación para citas, mientras carga con el recuerdo de la muerte de su madre en un accidente que se refuerza cuando visita a su padre y hermana. Dirigida por Emmanuel Marre y Julie Lecoustre, Zero Fucks Given (Bélgica-Francia, 2021) explora cómo las exigencias laborales invaden los tiempos de vida y de qué manera una mujer se aboca por completo a una labor itinerante, asumiendo las cambiantes condiciones del empleo y dejando en pausa la resolución de dolores emocionales, el establecimiento de una cercanía afectiva más permanente con las personas que la rodean y, sobre todo, la posibilidad de retomar la base familiar para volver a emprender el vuelo.

  • Fernando Cuevas
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