Ka: el bombero del hip-hop

León /

Con un enfoque político y espiritual, Kaseem Ryan (1972-2024) construyó su propuesta musical enclavada en el Hip-Hop de la costa este desde una perspectiva marginal, integrando elementos del gospel, el jazz y el spoken word, letrísticamente comprometido y con ciertos alcances poéticos de mesurada entonación: más que en el grito o la fiereza interpretativa, confiaba en la fuerza de sus palabras y en la construcción de sus álbumes usualmente de carácter conceptual por donde sus relatos transcurrían en tonos realistas, referenciales o poéticos.

Desde niño, quien fuera conocido como Ka, se acercó al Hip-Hop en Brownsville, su barrio de Brooklyn, y entró a la City College de Nueva York, donde conoció a Mr. Voodoo y se integró a su grupo en 1994, Natural Elements, donde no se halló, como solemos decir, y no se sentía a la altura de sus compañeros; junto con Kev formó Nightbreed para grabar el 12 pulgadas 2 Roads Out of the Ghetto en 1998; después, se apartó del escenario. Pasó de vender armas y drogas a integrarse al cuerpo de bomberos de la ciudad de Nueva York, participando como rescatista en el atentado a las Torres Gemelas y permaneciendo en activo durante 20 años para servir a la comunidad.

Sus discos fueron autoeditados y él mismo organizaba encuentros con los fans para distribuirlos y convivir con ellos: la independencia creativa quedaba garantizada, como se advirtió desde su afortunado debut de fluida y natural dinámica, Iron Works (2008), producto de su decisión de retomar el camino de la composición y la grabación de discos diez años después, en primera instancia pensando en darle un regalo a su familia; a raíz del disco, GZA de Wu Tang Clan lo invitó a participar en su álbum Pro Tools y una cosa llevó a la otra, como diría el clásico, y conoció a Roc Marciano, con quien estableció una duradera complicidad.

La creación de su propio sello, Iron Works, y la sobria producción de Grief Pedigree (2012), confirmaron que el rapero estaba decidido a continuar la travesía sin dejar de cuestionarse acerca de los caminos que se deben tomar y poner en duda las certezas y decisiones, con posibilidad de arrepentirse, tal como lo refleja en algunas de sus letras que se deslizan por algunos reconocibles extractos sonoros. The Night’s Gambit (2013) se nutrió de drones y oportunos sample para crear atmósferas callejeras al filo de la medianoche, entre el vacío y la culpa, la resistencia y la necesidad de moverse por las relaciones cual ajedrecista experto: las vocales mantienen el equilibrio, no se exaltan pero siempre convencen.

Después de colaborar con Preservation en el robusto Days With Dr. Yen Lo (2015) y ya con el merecido prestigio ganado en los cauces underground del género e influyendo en colegas con mayor visibilidad, grabó Honor Kill the Samurai (2016), iluminado por el sol naciente y reforzando el verbo pausado pero constante, acompañado por teclados cíclicos que parecen por momentos sustituir a los tambores en tesitura R&B, mientras reflexiona sobre el acto creativo, la inspiración y las heridas pasadas que dejan cicatrices presentes: un samurai que afila su katana en una ambiente de quieta oscuridad, desafiando a la honorable predestinación.

Junto con el productor angelino Animoss y bajo el nombre de Hermit and the Reclus, le entró a la mitología griega en plan sampleador de relatos vía Orpheus vs the Sirens (2018), entre cantos resucitadores y sonidos soterradamente desquiciantes. Las anunciantes cuerdas y los pianos en sutil cascada, junto con los discretos sonidos electrónicos, envuelven el discurso franco, susurrante y decidido, cada vez más afilado, que transita por Descendants of Cain (2020), recorrido por la culpa ancestral y el choque entre lo que se supone es tu origen y las nuevas condiciones a las que te enfrentas, como es ahora y como era antes, cargando con los pecados del padre castigados desde una vieja justicia.

A Martyrs’s Reward (2021) presenta un enfoque más personal y de asunción de la ser uno de los portavoces para hablar en nombre de la comunidad negra y las vejaciones sufridas a lo largo de la historia: la recitación expresada como apacibles consignas se enfoca en la revisión sobre lo aprendido, la propia responsabilidad y en la búsqueda de paz, acompasada por las instrumentaciones de resonante ambientación y breves ganchos melódicos. Woeful Studies (2022) continuó el trayecto con intervenciones bluseras y a partir de un macerado góspel y un órgano que le imprime intensidad a la propuesta lírica, The Thief Next to Jesus (2024) enfatizó esas contradicciones en las que han caído ciertas ideas que se dicen cristianas en relación con el esclavismo: álbum que significó el testamento musical de este activista esencial, rapero de puntillosas letras y bombero para las mejores causas.


  • Fernando Cuevas
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