Reconocimiento a Kumate y Tamayo por el desarrollo a la medicina del país

Puebla /

Los pilares de la salud pública en México y de la divulgación científica, Jesús Kumate y Ruy Pérez Tamayo, fueron recordados en el centenario de su natalicio, en un homenaje realizado por El Colegio Nacional. En el Aula Mayor de la institución, colegas y amigos hablaron del compromiso que tuvieron los colegiados con la vida de los seres humanos y con el desarrollo de la medicina en el país.

La primera parte de la sesión estuvo dedicada al patólogo Ruy Pérez Tamayo y fue coordinada por el colegiado Adolfo Martínez Palomo. Contó con la participación de Javier Garciadiego, miembro de la institución, quien envió un texto; y los especialistas Isabel Pérez Montfort y Carlos Viesca. “Es evidente que fue más que un médico, sus intereses abarcaban muchísimos campos y temas. A don Ruy le interesaba mucho la historia, no solamente la historia de la medicina, de la que fue gran conocedor y practicante, sino el conocimiento en general. Además, atendió la salud pública como problema social y político”, escribió Garciadiego.

Agregó que, si algo caracterizó al autor de Diez razones para ser científico, fue su labor como conferencista. “Son recordadas sus gratísimas conferencias para público joven, situación que utilizó para despertar el interés por la ciencia. Fue un auténtico misionero servidor de vocaciones científicas. No tenía duda, las vocaciones científicas nacen en la niñez y en la adolescencia”.

En palabras del colegiado, leídas por el médico Adolfo Martínez Palomo, la convicción de quien fundó y dirigió durante quince años la Unidad de Patología de la Facultad de Medicina de la UNAM, lo llevó a coordinar un libro entrañable y aleccionador Mis amigos de El Colegio Nacional (El Colegio Nacional, 2016), para que el que pidió que los colegiados confesaran sus gustos infantiles y el surgimiento de sus respectivas vocaciones, con el único objetivo de llegar al público infantil.

“En su confesión, don Ruy nos decía que no le gustaba perder el tiempo, era evidente que, a lo largo de la vida, evitó rigurosamente tirarse al ocio. Tal vez, podamos concluir que fue plenamente feliz siendo médico, pero don Ruy siempre tuvo hasta el final de su vida, aficiones e incontables intereses por otras disciplinas, con firmes convicciones políticas y sociales”, puntualizó el historiador mexicano.

Detalló que “don Ruy fue más que un melómano, un hombre que disfrutaba en su fuero interno del arte musical, llegó a escribir mucho sobre música y músicos. Muchos de sus artículos periodísticos los dedicó a los grandes compositores, a sus intérpretes favoritos, conciertos, y a grabaciones que cambiaron su vida. No hay duda de que la vida y obra de Ruy exigen un biógrafo paciente, laborioso y experto en muchos temas. Si se intentara definirlo quizá el término más atinado sería “renacentista”, nada humano le era ajeno, era médico, científico, humanista, melómano, obsesivo lector y constante y talentoso escritor”.

Además “invitó a adoptar el espíritu científico como parte de nuestra cultura, porque nos permitía diferenciar con mayor facilidad entre la demagogia y la verdad, lo que dificulta la manipulación mezquina e interesada de los políticos y otros tergiversadores profesionales. Atendamos su advertencia, honremos su presencia”.

Por su parte, el doctor Carlos Viesca, de la Facultad de Medicina de la UNAM, sostuvo que Ruy Pérez Tamayo fue un científico de inmensa talla, que tuvo siempre una gran cultura y conocimiento de la música y la literatura. “Su pensamiento fue muy claro, ofreció muchas posibilidades y aperturas, pero también agregó una cosa importante, el conocer, para que el ser humano tuviera mayores y mejores posibilidades”.

Viesca señaló que, a partir de la ética, insistió en un tema central. Cuando fundó el Colegio de Bioética, planteó la llamada bioética médica e insistió en que esta disciplina debía ser laica, en el sentido de que los conocimientos, las ideologías, las creencias religiosas, filosóficas e ideológicas de las personas, no debían influir en la toma de decisiones éticas. “La medicina, decía, debía ser laica, porque pensamos en buscar justicia social, en donde no se discrimina personas que piensen diferente a nosotros”.

Ruy Pérez Tamayo nació en la ciudad de Tampico, Tamaulipas, el ocho de noviembre de 1824 y se graduó como médico en la Universidad Nacional Autónoma de México. Realizó el Doctorado en Inmunología en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional.

Ingresó a El Colegio Nacional en 1980 y entre sus principales aportaciones se puede mencionar la descripción del efecto de la metionina en la cicatrización de las heridas y describió, por primera vez, en México la neumonitis reumática. “Es un homenaje que nos permite recordar al maestro, recordar al historiador, al humanista, todos los que lo conocimos lamentamos su desaparición, pero nos enriqueció a todos indudablemente. Muchas gracias, doctor Ruy Pérez Tamayo”, concluyó Martínez Palomo.

Jesús Kumate, el salvador de vidas humanas

La segunda parte de la sesión estuvo dedicada al médico de niños interesado en las enfermedades infecciosas, Jesús Kumate Rodríguez. La mesa fue coordinada por el colegiado Julio Frenk, quien subrayó su notable labor como investigador en infectología pediátrica. “Fue autor de 21 libros, publicó alrededor de 400 artículos científicos y de divulgación”.

El médico mexicano recordó que Kumate Rodríguez nació en el puerto de Mazatlán, Sinaloa el 12 de noviembre de 1924. “Fue hijo de don Efrén Kumate, quien vino desde Japón en búsqueda de oportunidades económicas, y de doña Josefina Rodríguez, maestra rural. Como tantos otros migrantes, el padre desarrolló un sentimiento de deuda, y el doctor Kumate escribió lo siguiente sobre las palabras que le dijo su padre: hijo, tú tienes que pagarle a este país lo que yo le debo. Jesús Kumate tenía 12 años, pero entendió esa encomienda que nunca olvidó”.

Enfatizó que, quien ingresó a El Colegio Nacional el 23 de octubre de 1974, cursó la carrera de medicina en la Escuela Médico Militar de la que egresó en 1946, llevó a cabo estudios de posgrado en infectología pediátrica en Estados Unidos, Suiza y Dinamarca. En 1963 obtuvo el grado de Doctor en Ciencias, en la Escuela de Ciencias Biológicas del IPN. Fue catedrático en la Escuela Médico Militar y en la Facultad de Medicina de la UNAM.

“Su labor como funcionario público fue muy fecunda, fue el primer Coordinador General de los Institutos de Salud y se desempeñó como Subsecretario durante la gestión del maestro Guillermo Soberón al frente de la Secretaría de Salud. Entre muchos otros logros, impulsó la creación del Consejo Nacional contra las Adicciones. Entre 1988 y 1994 fungió como secretario de Salud, con la cercana colaboración del doctor Sergio Sepúlveda, desarrolló una de las iniciativas más exitosas en la historia de nuestro país, el Programa de Vacunación Universal, que con el tiempo se convirtió en la Semana Nacional de Salud. Creado en 1991, este programa representa una de las páginas más brillantes de la salud pública mexicana”.

En palabras de Julio Frenk, la trayectoria profesional del maestro Kumate fue objeto de numerosos reconocimientos, destaca la condecoración Eduardo Liceaga y la medalla Gerardo Varela del Consejo de Salubridad General, así como la medalla que le otorgó la UNICEF como ministro protector de la infancia, por su labor en la vacunación universal. En octubre de 2006, el Senado de la República le otorgó la medalla Belisario Domínguez.

Casi al final de su vida, en un libro de memorias titulado Mi encomienda, Jesús Kumate consignó la siguiente reflexión: ‘pienso que todavía no he saldado la cuenta con mi padre, aún no he cumplido al 100 % mi encomienda’, “permítanme en el centenario contradecirlo, no tengo ninguna duda de que cumplió con creces el encargo de su padre, al hacerlo, elevó la salud pública de México a niveles que hoy urge rescatar para honrar su trascendente legado”, finalizó el colegiado.

Jaime Sepúlveda, del Instituto de Ciencias de la Salud Global de la Universidad de California, San Francisco, señaló que las bases que dejó sentadas Jesús Kumate en su administración como Subsecretario, primero, y luego como secretario de Salud, “hicieron de México un país líder en salud pública, en donde llevó a privar la equidad inmunológica, y en donde la salud de nuestros niños y la salud de los mexicanos tuvieron grandes mejoras”.

“El impacto en salud pública de los programas el colegiado implementó no tiene paralelo. Se puede afirmar que ningún médico ha contribuido a salvar tantas vidas en México como lo hizo Jesús Kumate”, enfatizó Sepúlveda.

En su participación, Mercedes Juan López, exsecretaria de Salud de México, confesó su admiración por el autor de Manual de infectología y expresó su reconocimiento al doctor Kumate, como destacado médico, académico, investigador, profesionista con grandes dotes para la administración pública. Enfatizó su liderazgo y, sobre todo, su generosidad, al haber compartido su conocimiento, sabiduría, vocación de servicio y entrega permanente del servicio público a favor de la salud de los mexicanos. Todos compartimos el orgullo de haber tenido entre nosotros al doctor Jesús Kumate Rodríguez”.


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