Diana Laura, la verdad como Misión

  • Columna de Fernando Gamboa
  • Fernando Gamboa

Ciudad de México /


Con cariño para Luis Donaldo,
María Emilia y Lucio,
la tercera generación

Nacer y morir son experiencias de soledad, las dos experiencias más significativas de un ser humano son experiencias en solitario, vivir es separarnos del que somos para internarnos en el que vamos a ser, futuro inmediato, que siempre es desconocido. La toma de decisiones siempre provoca consecuencias vitales, ¿Es posible trazar nuestro destino desde la tragedia?, ¿Cuál es el momento que define nuestra vida? Es conocida la frase, atribuida a Sigmund Freud, “infancia es destino”, pero también es cierto que cada decisión, afortunada o no, influye de forma decisiva, a veces total, en nuestro futuro.

Diana Laura Riojas creció en Monterrey, segunda hija de una familia de Coahuila, que sería de un total de cinco, fue involuntaria testigo de la muerte de su padre a los ocho años, vivió entonces la viudez de su madre y la posterior viudez de Hilda Elisa, su hermana mayor, toma entonces, a los 19 años, una crucial decisión: alejarse de su amada Universidad en Monterrey, continuar la carrera de economía en la ciudad de México, con la convicción de nunca contraer matrimonio.

Le ayudaba una innata inteligencia, disciplina y sensibilidad, un natural liderazgo, un particular sentido del humor, una belleza heredada de la familia materna, sólidos principios familiares derivados de su procedencia norteña y su profunda formación religiosa.

El destino le hizo conocer, en su misma Universidad, a Luis Donaldo Colosio y tomar otro camino, al contraer matrimonio, truncar una carrera en el sector público que prometía ser fructífera, consciente de la utilidad que aportaba como apoyo solidario a la trayectoria exitosa de su marido, decidió contribuir a ella de forma contundente a través del delicado equilibrio de esposa, madre y mujer con causa, coordinó innúmeros programas sociales, culturales, de empleo, ambientales, artísticos, de apoyo a la salud y la educación, destinados a niños, jóvenes, mujeres, adultos mayores, personas con capacidades diferentes. Programas donde pudo aplicar conocimientos, el rigor, talento y la organización que le era innata.

En 1994 iniciaba el TLC con Canadá y los Estados Unidos, el PRI ya había decidido la candidatura de Colosio para la Presidencia. El primer día de ese año, el levantamiento insurgente de indígenas en Chiapas declaraba la guerra al gobierno. El 23 de marzo, Luis Donaldo, su esposo, con 44 años, fue asesinado en la colonia Lomas Taurinas en Tijuana. En noviembre fallecería Diana Laura.

Años de proyectos, sueños e ilusiones, formación, esfuerzo y sacrificios, se cancelaron, sin embargo, ante la fatalidad, la resiliencia de Diana Laura fue evidente ante el discurso que preparó en el sepelio de su marido en Magdalena de Kino, Sonora, recordó, serena, las palabras de Luis Donaldo: “La Nación es el valor más elevado de la sociedad y la libertad es el bien más preciado del hombre”. Consciente de que el trabajo es el antídoto ante el dolor, emprendió una permanente actividad para hacer trascender los ideales de su marido a través de una fundación; leyó e intentó contestar las miles de cartas de ciudadanos agraviados, mantuvo una actitud firme, independiente y profesional en los resultados de las investigaciones de la muerte de Luis Donaldo.

En julio aceptó una invitación a Viena para instalar la cátedra “Colosio” en la Institución donde Luis Donaldo cursó su doctorado, aprovechó su estancia para visitar a Juan Pablo II en Castel Gandolfo, a sus majestades Juan Carlos y Sofía y al Presidente Felipe González en Madrid y una fugaz visita al Santuario de Lourdes. Fue demasiado, el esfuerzo le pasó factura y tuvo que ser internada en agosto en el hospital Médica Sur, donde el doctor Misael Uribe la sacó del coma y logró estabilizarla, allí, acompañada únicamente de su familia, confirmó su decisión de que sus hijos, Luis Donaldo y Mariana quedaran, en Monterrey, bajo la tutela de su hermana mayor. Diana Laura fallecía, a los 36 años, el día 18 de noviembre de 1994.

Hoy, a 26 años de esos tristes sucesos, las figuras de Luis Donaldo y Diana Laura se ponderan en mayor medida, sus trayectorias y claro proceder, basadas en convicciones, en firmes y justos ideales, su mesura, preparación y honestidad intelectual, nos motiva y nos compromete a quienes compartimos su convicción de que el mundo no es nuestro, sino que nos ha sido prestado por nuestros hijos. Un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro.

*Secretario particular de Diana Laura Riojas

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