Denostar a Kahlo

  • Nefelibata
  • Flavio Becerra

Torreón, Coahuila /

A estas alturas, ya nadie duda que como herramientas de comunicación, las redes sociales proporcionan a sus usuarios grandes beneficios, así como que a veces y en ciertos casos, estas también juegan el papel de cajas de resonancia a un cúmulo de falsedades.

Lo curioso es que junto a la novedad en turno, el llamado tren del mame, hay temas recurrentes.

Por ejemplo, en el Facebook existen varias páginas dedicadas a frases de El Principito que lo menos que publican son las frases de ese libro. Uno se pregunta de veraz si sus admiradores lo han leído alguna vez.

Otro asunto que va y viene con regularidad de marea es el de denostar a Frida Kahlo.

Pareciera que negarle su papel en la historia del arte mexicano a través de publicaciones y memes en las redes sociales fuese un deporte de moda. Aquí, como en muchos otros casos, lo identificable es la repetición de prejuicios

Los asuntos más repetidos en estos ataques son que Frida no hubiera llegado a figurar si no hubiera sido por la influencia de Diego Rivera, su marido; que su obra es fea, que sólo pintaba autorretratos, que sus pinturas carecen de calidad o, vaya contradicción, que era Diego quien terminaba esos cuadros por ella.

Como suele suceder en este tipo de situaciones, si se ha leído un poco de bibliografía seria acerca de ella, todos los puntos mencionados son bastante endebles.

Frida no salió de la nada: fue hija de Guillermo Kahlo, fotógrafo de origen europeo que ya establecido en México, llegó a ser fotógrafo oficial de la arquitectura de Porfirio Díaz. Este trabajo le proporcionó a Kahlo un título de "primer fotógrafo oficial del patrimonio cultural mexicano".

Fue su padre quien le enseñó el uso del pincel y del lápiz para el retoque de las fotografías. Es decir, su cercanía con los rudimentos de las artes visuales comenzaron muy pronto y desde su propia casa.

Basta revisar una monografía de la pintora para comprobar que si bien recurrentes, los autorretratos no eran el único tema de su producción, por otra parte más bien escasa (apenas un centenar de cuadros), pues existen bastantes obras suyas de gran calidad que abordan otras temáticas.

Lo de que sus cuadros fueran terminados por Diego Rivera es algo que ningún estudio ha demostrado. Basta ver de cerca las obras de ambos para constatar las grandes diferencias técnicas de las obras de la pareja: la pincelada de Kahlo es minúscula, como de pequeños corpúsculos de materia pictórica colocada con la punta del pincel.

Algunos comentaristas han referido en muchas ocasiones que este tipo de pincelada tiene mucha cercanía con la técnica de los pintores holandeses del barroco. Y no es de dudar que tenga que ver con la minucia del oficio de retocadora de fotos.

Más aún: entre 1939 y 1941, periodo en que Frida Kahlo estuvo divorciada de Diego y vivió junto a su otro gran amor, Nickolas Muray, fotógrafo de modas que trabajaba entre otras revistas para la Vogue neoyorquina (y autor de algunos de los retratos más famosos de Frida), realizó varias pinturas que muestran su técnica habitual: ni rastros de la mano de Rivera.

Y esta es una pequeña muestra de la desinformación que se propaga a través de las redes sociales.

Quienes repiten y defienden estos prejuicios lo hacen, vaya novedad, sin aportar una sola nota bibliográfica seria, sin citar rigurosos estudios especializados. Tan sólo es la repetición mecánica de algo que han visto en alguna parte de las redes, reafirmada para sentirse parte de una enorme élite que se ha liberado de la venda que los enceguecía y creen que por fin han visto la luz de la verdad.

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