El mejor soundtrack del mundo

  • Nefelibata
  • Flavio Becerra

Torreón, Coahuila /

En mayo de este 2020 se cumplió el 75 aniversario de la derrota de la Alemania nazi por parte de Rusia. Ocupada como ahora está con la pandemia del covid-19, la humanidad no tuvo oportunidad para festejos multitudinarios.

De este lado del mundo priva la idea vendida por Hollywood de que los EUA vencieron a los nazis. Lo cierto es que Hitler y su tercer reich fueron derrotados por la URSS: el 30 de abril el ejército rojo tomó el congreso de Berlín, lo que terminó en el suicidio del führer y el fin de la guerra en Europa.

En Rusia, Stalin tenía muy claro que el cine y las artes debían ser usados con fines propagandísticos: se formularon los muy estrechos principios del Realismo Socialista.

A finales de los años treinta, cuando crecía la amenaza de una invasión alemana, el genial director de cine Sergei Eisenstein recibió el encargo oficial de realizar una película acerca del príncipe medieval Alexander Nevsky.

En 1241 Rusia sufrió la invasión de los caballeros alemanes de la Orden Teutónica, quienes usaron como pretexto la bula papal emitida poco antes por Gregorio IX para convertir a los rusos heterodoxos. Alexander Nevsky organizó a varias ciudades para hacer frente a los invasores católicos, quienes fueron vencidos en 1242 sobre el congelado lago Peipus.

Eisenstein necesitaba con urgencia un éxito oficial. Tras el triunfo mundial obtenido con su Acorazado Potemkin, tuvo una serie de proyectos en los EUA que no llegaron a buen término. De regreso en la URSS, el estado soviético lo acusó de “formalista” y el rodaje de su película El Prado de Bezhin fue suspendido en 1937, cuando faltaba poco para ser concluido.

Cualquier artista ruso sabía que una acusación de no respetar los lineamientos del Realismo Socialista podía costarle no sólo la carrera sino la vida.

Para Alexander Nevsky, su primera cinta sonora, el director se rodeó de un equipo de primer orden: su fotógrafo de cabecera Eduard Tisse y el compositor Sergei Prokófiev, que acababa de regresar a la URSS tras un auto exilio de años.

Prokófiev, quien es muy conocido por su cuento musical Pedro y el Lobo además de sus ballets Romeo y Julieta y La Cenicienta, también necesitaba presentar una obra que fuera del gusto oficial. El trabajo que Prokófiev realizó para la cinta no sólo cumplió las exigencias del director sino que las rebasaba. Incluso Eisenstein volvió a rodar algunas escenas para que cuadraran mejor con la música.

Alexander Nevsky fue un éxito enorme desde su estreno en 1938: gustó por igual a Stalin que al pueblo ruso. Los niños en las calles y las escuelas jugaban cantando las canciones de la cinta.

Pero ni por eso la obra se libró de las vicisitudes. Cuando la URSS firmó con Alemania el Tratado de no Agresión (agosto de 1939, nueve días antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial), la amenaza nazi pasó de pronto a ser aliado. La película tuvo que ser retirada de inmediato de la cartelera.

Fue hasta 1941, cuando Alemania rompió el pacto e invadió Rusia que la cinta fue re estrenada, ahora sí de forma definitiva.

Prokófiev quedó tan satisfecho con su trabajo que arregló gran cantidad de su música para reconformarla como una de las cantatas más populares del siglo XX: Alexander Nevsky, la cual rebosa de energía y de momentos asombrosos.

Afirmar que la música de la cinta es el mejor soundtrack de la historia del cine desde luego puede resultar exagerado, pues hay muchas películas con bandas magníficas. Pero lo que en su momento consiguieron Eisenstein y Prokófiev no tenía parangón alguno.

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