LA BIBLIOTECARIA DE ALEJANDRÍA

  • Nefelibata
  • Flavio Becerra

Ciudad de México /

En el viejo libro de Algebra de Baldor, aquél que fue usado por generaciones y generaciones de estudiantes en el país, cada uno de sus capítulos comenzaba con una breve monografía de celebres matemáticos. Era notorio que se enlistaban muy pocas mujeres, siendo la primera de ellas Hipatia de Alejandría.

También es Hipata la única mujer representada en el famoso mural La Escuela de Atenas, que en las Estancias Vaticanas pintó Rafael Sanzio para honrar a los científicos y filósofos del clasicismo, donde apegándose a la tradición, la representó muy joven y bella y, cómo no, se prestó para el retrato los rasgos de su modelo favorita, la Fornarina.

Imposible saber cuántos preparatorianos repararon entonces en Hipatia. Más difícil verificar cuántos de ellos se enterarían entonces y después de la trágica historia de la última bibliotecaria de Alejandría.

Espantosa historia que contada hoy en día sirve para reconfirmar una vez más cómo los rabiosos fanatismos arrasan con todo lo que se les ponga enfrente, en especial con la ciencia, el saber y las mujeres.

La biblioteca de Alejandría fue un magnifico centro cultural en donde se guardaban textos científicos. No exageran quienes afirman que ahí se cobijó e incubó lo mejor de los conocimientos humanos desarrollados hasta la fecha.

El fin de la Biblioteca se dio en el año 415 de nuestra época, en el contexto del Concilio de Efesio, en el que se acabó por aprobar el concepto de que María era la madre de Dios, idea defendida con ardor por el arzobispo de la ciudad, Cirilo, quien se salió con la suya al manipular al Concilio para que sus ideas fueran aprobadas antes de la llegada de los obispos de oriente, que se rehusaban a esto.

En su libro Cosmos, Carl Sagan da un colorido resumen de aquellos hechos: el arzobispo Cirilo despreciaba profundamente a Hipatia, la última científico que pudo trabajar en la gran biblioteca, porque simbolizaba la alta cultura y por su estrecha amistad con el gobernador romano.

Era Hipatia brillante matemática, astrónoma y filosofa. Además fue dueña de una gran belleza y había logrado consagrarse a los estudios rechazando el matrimonio. Entre sus alumnos había de todo credo, pues defendía esas libertades. Alcanzar esa excelencia era tanto más notable si se piensa en las escasas libertades que la sociedad de su época le ofrecía a las mujeres.

Pero fue demasiado para una época de decadencia y crisis: en el año 415 una multitud de fanáticos, feligreses de Cirilo, la rodeó cuando se dirigía a su trabajo. La bajaron de su carruaje, le arrancaron los vestidos y, mediante afiladas conchas de mar, la desollaron y le arrancaron la carne de los huesos.

Sus obras fueron destruidas y olvidadas; su cuerpo fue quemado pues para los cristianos el saber no podía ser más que asunto de hechicería. Así se inició la destrucción de la gran biblioteca de Alejandría.



flaviobecerra@hotmail.com

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