Los demócratas tienen mucho trabajo por hacer para alertar a la gente de la magnitud del desafío al que se enfrenta el país; si eso ocurre, existe la posibilidad de que, en lugar de tener otra victoria por poco margen, ganen con contundencia
De acuerdo con la organización sin fines de lucro Freedom House, en los últimos 18 años se ha producido un declive constante en la cantidad y calidad de las democracias liberales en todo el mundo. Entre los descarriados, no hay un caso más grave que el de Estados Unidos.
Las instituciones estadunidenses se están deteriorando constantemente desde hace algún tiempo, y ahora se encuentran en un punto de crisis importante. Casi un tercio del electorado cree la falsedad de que el presidente Joe Biden se robó las elecciones de 2020. Las encuestas sugieren que los votantes estarían dispuestos a reelegir a Donald Trump, el ex presidente que propagó esta mentira entre sus partidarios, acción que provocó un asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 en un intento de mantenerlo en el poder. Ese mismo Trump se niega a apoyar a Ucrania y recientemente invitó a Rusia a atacar a cualquier aliado de la OTAN que no pague una deuda imaginaria por la protección de EU. Con cinco victorias en las primarias en su cinturón, y otras más en el supermartes de la próxima semana, se perfila como el candidato republicano. Las consecuencias que se derivarían de su reelección en noviembre afectarán a todo el mundo.
El deterioro político ocurre cuando las instituciones de una sociedad no logran adaptarse a las circunstancias cambiantes. Esto ya tiene una generación que viene ocurriendo y ahora está culminando en una enorme crisis que se va a desarrollar durante los próximos ocho meses. El sistema estadunidense se construye en torno a un complejo conjunto de instituciones de pesos y contrapesos que facilitan que las minorías en la política frustren la voluntad de las mayorías. Cuando estas instituciones se combinan con una polarización política extrema, crean una parálisis gubernamental y una incapacidad para realizar funciones básicas como aprobar un presupuesto anual.
Algunas de estas rigideces están incorporadas en la Constitución de EU. El colegio electoral sobrerrepresenta de forma espectacular a los habitantes de los estados más pequeños, mientras que el Senado es una enorme fuente de desigualdad de representación. Wyoming, con una población de menos de un millón de habitantes, tiene dos senadores, al igual que California, con casi 40 millones de habitantes. La legislación de rutina requiere supermayorías para ser aprobada, lo que significa que 40 de cada 100 senadores pueden bloquear cualquier cosa que no les guste.
Lo que resulta particularmente exasperante en el bloqueo del financiamiento para Ucrania, por ejemplo, es que una mayoría de miembros tanto de la Cámara como del Senado, así como una gran parte de la opinión pública, están a favor de dicha medida. Sin embargo, no pueden lograr que se apruebe un proyecto de ley porque una facción conservadora acérrima dentro de los miembros republicanos de la Cámara se opone firmemente no solo al financiamiento de Ucrania, sino a cualquier acuerdo bipartidista en el que participen los demócratas.
En el país polarizado que es Estados Unidos en la actualidad, los republicanos MAGA se inclinan a vetar simplemente con el único fin de socavar al otro lado. Desde hace meses presionan para que se adopten medidas de seguridad más estrictas en la frontera sur. Básicamente, Biden cedió a sus demandas para conseguir financiamiento para Ucrania, Israel y Taiwán, momento en el que Trump, todavía es solamente un candidato, intervino para vetar el acuerdo porque no quería que el presidente recibiera ningún crédito.
Varios aspectos más del orden político estadunidense han contribuido a la polarización. El presidencialismo asegura al ganador por un periodo inalterable de cuatro años, y esa persona solo puede salir del poder mediante un juicio político, que es un proceso extraordinariamente difícil. Una de las mayores ventajas que tiene actualmente Trump es la edad de Biden y su impopularidad general. En un sistema parlamentario, la élite del partido podría actuar para reemplazar a un líder fallido por alguien más elegible, pero esto no puede suceder en EU.
Esto, a su vez, está relacionado con el largo y angustioso proceso de selección de candidatos de los partidos en Estados Unidos. El sistema de votación de mayoría simple, cuando se combina con primarias populares, favorece a los candidatos de ambos extremos. Debido a un fallo de la Corte Suprema que equipara el gasto de campaña con la libertad de expresión, el dinero marca una diferencia desmesurada en las elecciones de EU.
Todos estos problemas podrían resolverse mediante reformas. Los estados podrían exigir que los votos electorales se asignen de forma proporcional. El voto por pluralidad podría ser reemplazado por una votación por orden de preferencia que requeriría que los votantes especifiquen preferencias de segundo y tercer lugar y facilitaría la aparición de terceros partidos. El país podría imponer restricciones más estrictas al financiamiento de campañas y podría abolirse el requisito de supermayorías de 60 votos en el Senado. Esta lista ni siquiera toca reformas constitucionales importantes, como la abolición del colegio electoral o cambios en el poder del Senado. Por ahora, éstas pertenecen al ámbito de la fantasía.
Por muy frustrantes que sean estos problemas, solamente son la punta de un iceberg mucho más grande. Si bien Trump ha sido un demagogo extraordinariamente hábil, lo que impulsa este giro hacia la extrema derecha son los propios votantes. Hay muchos líderes republicanos “normales” que entienden por qué las políticas populistas son malas para el país, pero aun así las apoyan porque viven con temor de su propia base.
Cualquier democracia depende de un electorado que esté bien informado y apoye las normas en las que se basa el sistema. Pero un número asombroso de estadunidenses se creyó las extrañas teorías de conspiración y realidades alternativas. Las encuestas muestran que 17 por ciento apoya a QAnon, cuyas narrativas incluyen a los demócratas bebiendo sangre de niños en túneles ocultos bajo Washington. Más de la mitad de los republicanos cree que las vacunas son más perjudiciales que útiles, mientras que muchos evangélicos creen que el cierre de iglesias durante la pandemia fue el primer intento de una campaña de los liberales para cerrar sus iglesias permanentemente.
Una de las mayores transformaciones que se produjo en la sociedad estadunidense en la última década es la de una revolución en la evaluación moral del propio país. Durante la mayor parte de la historia del país, su pueblo creyó en alguna versión del excepcionalismo estadunidense, según el cual el país sería una inspiración para los pueblos oprimidos de todo el mundo.
Esto solía ser particularmente cierto para los conservadores, pero en la actualidad los republicanos MAGA creen que su país está impregnado de corrupción moral. La creencia en la democracia estadunidense fue reemplazada por la admiración por los hombres fuertes y los gobiernos autoritarios en el extranjero. Trump elogia a Xi Jinping, de China, y a Kim Jong-un, de Corea del Norte, por gobernar a su pueblo con mano de hierro.
El Partido Republicano regresó a su aislacionismo anterior a 1941, pero es un aislacionismo con una diferencia. En ese entonces los aislacionistas creían que Estados Unidos era puro y no debería mancharse asociándose con países extranjeros. En la actualidad creen que su propio país necesita una purificación.
No hace falta decir que esta migración del antiamericanismo de izquierda a derecha tiene enormes implicaciones para el orden mundial. Una victoria de Trump en noviembre significará el punto final del apoyo estadunidense a Ucrania. Con el tiempo es posible que tengamos que presenciar la caída de Kiev en manos de las fuerzas rusas. Pero Vladímir Putin no se detendrá ahí y Trump dejó en claro que no tiene la intención de luchar para proteger a los aliados de la OTAN. En su entrevista con Tucker Carlson, Putin dijo que no atacaría a Polonia ni a Lituania, pero no mencionó a Estonia, que al igual que Ucrania alberga una minoría de habla rusa. Será la siguiente diana.
Una lógica similar se aplicaría a aliados asiáticos como Corea del Sur y Japón. Cualquiera que piense que Trump defendería a Taiwán contra una invasión china debe pensarlo de nuevo.
Sin embargo, todavía no es demasiado tarde para revertir este proceso de deterioro. La mayoría de los estadunidenses no comprende la profundidad de la amenaza fundamental que Trump representa para su democracia, sino que lo consideran un político normal con preferencias políticas algo diferentes. Cualquiera que imagine que un segundo mandato de Trump simplemente repetirá el primero no estuvo prestando atención a lo que ha dicho y hecho.
Los demócratas tienen mucho trabajo por hacer para despertar a la gente de la magnitud del desafío al que se enfrenta el país. Si eso ocurre, existe la posibilidad de que, en lugar de conseguir otra victoria por muy poco margen, ganen con contundencia. Si eso ocurre, podrán empezar a pensar en reformas que reviertan el proceso de deterioro. Los partidarios de un país de Estados Unidos clásicamente liberal tienen que reducir la capacidad de las minorías políticas para obstaculizar a las mayorías, y simplificar nuestros procesos y procedimientos imposiblemente complejos para que el gobierno sea más eficaz. Pero primero tienen que ganar.